El telefonazo del metijón me coge
trabajando de lo lindo. Apenas puedo perder tiempo y le meto
prisa para que me diga lo que me tenga que decir, pero sin
que se recree en la suerte.
-Coño, encima que te hago un favor, vas y me pides que te
cuente las cosas tipo telegrama.
-De verdad que lo siento, pero este fin de semana se me ha
amontonado el trabajo y ya sabes que a mí me gusta cumplir
con mis compromisos.
-Pues bien que estuviste horas y horas en el hotel Tryp,
días pasados, haciendo tiempo para oír a Fernando Savater.
-Y lo volvería a repetir. No olvides que estás hablando del
hombre capaz de filosofar desde la calle y que cautiva a
quienes se le pongan por delante.
-¿Qué impresión te causó Savater pegando la hebra?
-Inmejorable. Tiene el don de la palabra y cualquier cosa
que diga se convierte en asunto principal.
-Te he llamado, sobre todo, para decirte que andan buscando
a la persona que te contó el problema existente entre
Aróstegui y Fidalgo. Y espero que sepas guardar el secreto.
-La duda ofende, metijón; a ver si te enteras de una vez por
todas que nadie sabrá nunca, por lo que a mí concierne, tu
nombre.
-Ya, claro; parece mentira que a estas alturas me entren a
mí las dudas contigo.
-Ahora pregunto yo, metijón, y respondes tú, lógicamente.
¿Qué te ha parecido la actuación de Juan Vivas en el Senado?
-Magnífica. Y tú sabes bien que yo no soy de su cuerda. Pero
es justo reconocer que se nos ha revelado como un político
que tiene tablas suficientes para desenvolverse en cualquier
escenario.
-Es decir, que a la chita callando se ha ido curtiendo y ya
está en sazón para apechugar con todo lo que le echen.
-Así es. Lo cual es bueno para la imagen de Ceuta. ¿Te
imaginas que tuviésemos un presidente que en cuanto abriese
la boca sirviera de mofa?
-Los hay... claro que los hay. Así que toquemos madera para
que Juan Vivas siga mucho tiempo gobernando.
-¿Fuiste a ver el Ceuta contra el Córdoba?
-No, Manolo. Me quedé sentado ante el televisor, viendo
multifútbol. También sé que tú no estuviste en el Murube. De
haber estado, seguro que habrías escrito algo al respecto.
-Estás en lo cierto. A mí me cuesta mucho trabajo salir por
la tarde a presenciar un partido. Por la mañana sí me
apetece.
-¿Crees que reforzarán el equipo en diciembre?
-Seguramente: al menos es lo que tienen previsto los
directivos.
-¿Aun a costa de gastar más dinero que nadie en el Grupo IV?
-Ah, a mí me parece que los directivos harán cualquier cosa
para que el equipo no les proporcione un disgusto de padre y
muy señor mío. Pero dejemos este asunto: no es bueno
insistir en algo cuando no se ha estado en el campo.
-Llevas razón. Tú siempre tan cuidadoso con las formas.
-Las mismas que exijo a los demás.
-A propósito: me han dicho que no acabas de entender la
frialdad con que se suele mostrar en público el delegado del
Gobierno.
-Allá él... Tú bien sabes que yo no soy muy dado a ir
repartiendo abrazos. Lo que sí hago, por educación, es
saludar, si me las encuentro, a las personas conocidas por
algún motivo.
-Tienes que pensar, estimado amigo, que Ávila confiere a sus
hijos una personalidad basada en la frialdad.
-Metijón, te prefiero cuando hablas con la seriedad con que
me contaste lo de Aróstegui y Fidalgo. Así que no saques la
ironía a pasear.
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