PREGUNTA -. ¿Nos estamos sabiendo enfrentar a la cuestión
migratoria? ¿Lo enfocamos sólo como un problema?
RESPUESTA-. Es que es un problema. No sólo es un problema,
pero lo es. Para el inmigrante, porque tiene un problema y
por eso migra y para nosotros, que somos los que recibimos.
Tiene aspectos positivos para el inmigrante y la sociedad
que lo recibe. Pero es un problema por las magnitudes. Antes
la gente viajaba de tarde en tarde, había poco transporte;
entonces llegaban sólo dos personas y se les aceptaba porque
en diez años no llegaban más. Ha cambiado la cantidad y los
medios de comunicación, tanto los que revelan a la gente
cómo se vive en otros lugares, como los que te llevan de una
punta a otra del mundo. Siempre ha habido migración, sobre
todo en este país. Y la cultura occidental es un cruce entre
griegos, romanos o egipcios, constantemente en la historia
ha habido un trasiego de comunicación. Pero la magnitud que
llega crea problemas laborales y de otros tipos.
P-. Por un lado están las medidas políticas o la
legislación, ¿pero cómo hay que afrontar el día a día?
R-. Hay cosas que son difíciles de aceptar, porque choquen
frontalmente con valores de la cultura. La persona que llega
tiene que tener conciencia de que está llegando a un mundo
ya hecho. Y nosotros tenemos que aceptar que ya no vamos a
vivir en una sociedad homogénea, en la que todo el mundo
hacía lo mismo, comía lo mismo, celebraba las mismas
fiestas; eso se ha acabado. Y no es una desgracia porque
nadie te impide que tú comas lo que quieras, y además puedes
elegir en un menú más amplio de vida que antes. La sociedad
es tanto más válida cuanto más variedad de experiencias
puede integrar.
P-. La apertura entonces es del que viene y del que recibe.
R-. De los dos, siempre buscando un punto de encuentro, para
precisamente encontrar esas semejanzas. Yo no puedo pensar
que me voy a seguir manteniendo como si vivera en el centro
de Africa. Pues no, porque no estás allí. Y yo no puedo
seguir pensando que éste señor no viene de otro lado.
P.- Multiculturalidad, interculturalidad, integración
cultural...
R.- Tiene que haber primero una cultura común: valores,
derechos humanos, leyes. Variedad de gastronomía la que se
quiera, respecto a los derechos de cada individuo, hay no
hay variedad. Tiene que haber un marco real común.
P.- Los medios de comunicación, ¿ayudan o intoxican?
R.- A veces intoxica en el sentido de que se subraya el
origen: si un marroquí mata a una chica blanca pues sale,
pero no si un murciano apuñala a una cacereña.
P.- ¿En qué medida ayuda el aumento de la seguridad en las
fronteras?
P.- La seguridad es un punto básico porque le sentimiento de
inseguridad fomenta la brutalidad, la gente asustada se
vuelve más bruta y cualquier tipo que venga prometiendo mano
dura y el exterminio de lo que tienen rizos, lo seguirán. Si
la gente está tranquila dicen: este es un chalado. Están
asustados y éste es mi salvador. Esto es muy peligroso. La
seguridad es fundamental.
P.- Y entonces, ¿la caravana que ha permanecido en Ceuta?
P.- Son unos majaderos, que sólo llaman a la extrema
derecha. Ese tipo de imbéciles hacen más daño que los malos,
lo digo porque los malos descansan de vez en cuando pero los
imbéciles nunca. A esa gente hay que decirla que se va a
tirar la valla y que se va a construir un aeropuerto y desde
allí, todos los días, se va a trasladar la gente a
Estocolmo, a Berlín... Se lo vamos a dejar a usted en el
aeropuerto de Dublín. Y ahí se las arregla usted. Ese tipo
de buena voluntad carente de ningún conocimiento de la
realidad es dañina. Claro que la gente se conmueve, es una
situación horrorosa. Pero no se puede decir ancha es
Castilla y nos llevamos por delante Ceuta, Melilla y de paso
Andalucía. Y mañana sale un tipo que predica el extermino y
se le sigue.
|