La caravana del ocio, acompañada
de su eterno olor a sustancia psicotrópica, se fue ayer por
donde vino. Sin embargo, ocho personas más trataron de subir
al ferry y provocaron que la salida de la embarcación se
retrasara más de una hora. De estos ocho invitados al fin de
fiesta, marroquíes todos ellos, dos son inmigrantes
irregulares indocumentados y seis presentaban pasaporte sin
visar. Cuentan que los propios manifestantes invitaron a los
inmigrantes a una nueva tentativa de salto a la península,
acto que, en caso de ser cierto, sólo deja en evidencia a la
caravana de descerebrados y analfabetos que visitó la Ciudad
Autónoma entre gritos contra los cuerpos de seguridad
destacados en el perímetro fronterizo y pidiendo la
eliminación de la barrera que garantiza la seguridad y el
ordenamiento de las sociedades democráticas.
Los ceutíes, si bien es cierto que son poco dados a la
participación, tampoco se hicieron eco de los bramidos de
una torpe caravana que reconoció entre dientes haber sido
fruto del engaño de algunos para orientar sus críticas hacia
la Administración española sin escuchar previamente los
argumentos de la misma y la realidad sobre los que se
fraguan.
Nieto actuó de cancerbero y delantero centro al mismo tiempo
para frenar la embestida, siempre desde el diálogo
democrático, y derrotar por goleada a la marcha del
desconocimiento, que se volvió a la península humillada por
saberse manipulada. El delegado no ofreció explicaciones, se
limitó a escuchar en respuesta a una demanda social para,
con los deberes democráticos hechos, reafirmar la política
fronteriza desarrollada por el Gobierno central y que tiene
por objeto nada más que asegurar la calma en el perímetro y
atajar los problemas de raíz, cruzando la valla y
trasladando ayuda a los países emisores y de tránsito del
fenómeno migratorio en África. Si la caravana quería un fin
de semana de encuentro festivo, lo ha tenido; si su objetivo
era humanitario, que sigan buscando.
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