El desconocimiento de la realidad
cotidiana en el perímetro fronterizo por parte de los
colectivos asentados en la península fue el motor que
erróneamente dirigió ‘la caravana contra la valla de la
muerte’ hasta la infraestructura fronteriza de la Ciudad
Autónoma. Avalados por la ilusión y no por la cordura, más
de cuatrocientas personas desembarcaron ayer en Ceuta y sin
más se dirigieron entre gritos hasta la zona del asalto,
donde abuchearon a las fuerzas de seguridad a modo de
reprimenda por la labor prestada la noche de la avalancha
masiva de irregulares. Las buenas intenciones del colectivo
quedaron eclipsadas por su ignorancia en torno la calma que
se respira a diario en perímetro fronterizo ceutí. ¿Por qué
este desembarco contra la valla española cuando ningún
irregular ha muerto a manos de fuerzas españolas y
demostrado está con hechos y testimonios que la actuación de
Guardia Civil, Policía Nacional y Policía Local superó la
corrección? ¿Es consciente la caravana de las medidas
emprendidas por la Administración General del Estado para
impermeabilizar la frontera y garantizar la integridad
física de los irregulares y los múltiples llamamientos
emitidos por el Ejecutivo nacional y local a la Unión
Europea en busca de soluciones internacionales al problema?
Por sus gritos, por sus reivindicaciones y por su actitud
represiva hacia los efectivos de la Guardia Civil, la
caravana tiene más contra la valla, mero obstáculo, que
contra la pobreza en el tercer mundo, problema matriz de la
inmigración irregular. La imagen de una Ceuta asediada por
inmigrantes subsaharianos presente en los medios de
comunicación nacionales colabora a crispar los ánimos de
grupos que hacen del fenómeno migratorio una reivindicación
sin base sólida y fundamentada. La violación de derechos
humanos, la valla que mata, la administración que tarda en
reaccionar y el día a día de sufrimiento están al otro lado
del perímetro. Que la caravana cruce la valla y conozca la
realidad.
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