Todos los años se repite pero nunca es igual. En esta
edición, la prohibición de hacer fuego ha hecho que los
tuppers se hicieran los dueños de la mesa. Tortillas, callos
metidos en termos, latas de conservas, embutidos, tacos de
queso y hasta caracoles. La imaginación culinaria de los
ceutíes al servicio de una fiesta de gran tradición entre la
ciudadanía.
Punto de partida: la playa de Benítez. Aquéllos que se
resistían a abandonar la tradicional barbacoa se instalaron
en la playa, aprovechando el buen tiempo. Despliegue de
parrillas, chuletas, calamares, patatas asadas, paellas y
bolsas de carbón. No falta ni un detalle.
Entre los ceutíes playeros, encontramos a miembros del
sindicato UGT que disfrutan del día en familia. Son de los
que no han podido suprimir la parrillada y han cambiado el
monte por la arena. Un padre de familia que está prendiendo
el carbón, dice que sólo ha venido por los niños, pero desde
pequeño no se ha perdido ni un solo Día de la Mochila.
La siguiente parada es la playa de Calamocarro, que ayer
estaba más llena que en un día de verano. En esta zona,
vemos más tiendas de campaña; algunos niños se están bañando
en el mar.
Hacia la cima de la Tortuga
Iniciamos el ascenso por García Aldave, en el monte Tortuga,
cualquier rincón es bueno para instalarse: una cuneta, una
explanada o incluso un muro de la carretera, el caso es
pasar un día agradable aprovechando el buen tiempo que hace
fuera de casa. Por el camino encontramos a una veintena de
adolescentes que suben con sus mochilas al hombro. Llevan
desde las seis de la mañana de ruta, salieron de Aranguren
y, aunque son casi las dos de la tarde, continúan
alegremente su marcha. Detenemos el coche y nos bajamos a
charlar con ellos. Pablo Pérez nos cuenta que, a pesar de
que no tiene ni idea del origen de esta tradición no se
pierde ni una ‘Mochila’ eso sí, nada de exquisiteces en su
talega “sólo llevamos un bocata y, eso sí, frutos secos”,
explica.
Más adelante, en un recodo de la carretera, Paco Navas,
aparejador del Ayuntamiento, pasa el día en familia. Se nota
que son unos auténticos expertos. Como este año no han
podido hacer barbacoas, han llenado el coche con otros
alimentos. Langostinos, empanadas, tortilla de patatas,
bizcocho y hasta whisky llenan la mesa que han instalado a
la sombra de un árbol. Todo ello, por supuesto, acompañado
de un variado surtido de frutos secos.
En lo alto del monte Tortuga, encontramos al consejero de
Gobernación, Juan Antonio Rodríguez Ferrón que supervisa la
buena marcha del dispositivo desplegado ayer. Policía Local,
bomberos, Guardia Civil y Cruz Roja tienen montadas allí
enormes tiendas de campaña preparadas para atender cualquier
incidencia. En ese momento, miembros del Seprona se hacen
cargo de una lechuza encontrada por un mochilero. Todo
transcurre con normalidad así que proseguimos nuestro
recorrido por las montañas de Ceuta.
Fin de trayecto
Destino: la Cala del Desnarigado. El ascenso por el monte
Hacho nos ofrece una hermosa visión de la Ciudad Autónoma
que disfruta, en este soleado día, de una jornada de campo
privilegiada ya que a dos pasos también está la playa.
En el aparcamiento no cabe ni un coche más. Donde quiera que
se mire, se ve gente con sus campamentos instalados.
Cualquier sistema es válido: los hay que han colocado sus
mesas al sol, en una pendiente situada cerca del museo
militar del Desnarigado; otros han optado por resguardarse
del viento junto a uno de los muros; los más preparados
llevan hasta autocaravana; pero hay quién va más allá y
traslada su casa al campo.
Una decena de veinteañeros lleva instalada en un rincón de
la Cala desde el viernes. A pesar de la lluvia, del trabajo
y del cansancio, celebran sonrientes el ‘día de la Mochila’.
Para esta particular expedición fuera del hogar paterno, no
han escatimado en equipamiento. Se han llevado sus tiendas
de campaña con colchones incluidos, no es cuestión de estar
cuatro noches durmiendo en pleno suelo; pero, además, el
chiringuito que se han montado dispone de todas las
comodidades que muchos quisieran para sus propias casas: un
moderno equipo de música con amplificador, dos televisiones,
para que no haya problemas entre chicos y chicas, y hasta
una consola de videojuegos con la que pasar el rato. En este
despliegue de medios no podía faltar un generador de
corriente eléctrica que les proporciona luz durante la noche
y energía para utilizar todos estos electrodomésticos. Y
para terminar el recorrido por esta ‘casa al aire libre’
encontramos una parrilla con la que cumplen la tradición del
‘día de la mochila’.
Y para terminar el día, nada mejor que compartir mesa con
gente procedente de distintos puntos de España. Cantabria,
Asturias, Galicia, Andalucía y Ceuta están representadas en
el coro parroquial de Nuestra Señora Virgen de África.
Aprovechamos la ocasión para compartir historias de fuera y
también de ‘la mochila’ ya que son ellos quienes nos cuentan
que dicha tradición tiene su origen en la fortaleza del
monte Hacho y en las caminatas que los familiares de los
presos realizaban en el día de Todos los Santos para
visitarlos. Gracias a ellos, disfrutamos de nuestro primer
‘día de la Mochila’ en la ciudad. Sin duda una experiencia
muy enriquecedora, sobre todo por los tres kilos de frutos
secos que nos comimos con ellos al tiempo que disfrutábamos
de una magnífica vista desde la Cala del Desnarigado. Es una
pena que no se hicieran barbacoas, pero el año que viene,
repetiremos la experiencia sin pensarlo.
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