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OPINIÓN - MARTES 1 DE NOVIEMBRE DE 2005

 

OPINIÓN / EL OASIS

Al perro flaco...
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Un día de 1974, en el centro de Palma de Mallorca, me presentaron a Josep Meliá: escritor prolífico, periodista y político recién elegido procurador a Cortes por Baleares. La presentación creo que corrió a cargo de Pepe Tous, director de Última Hora, y yo iba acompañando a Antonio Seguí: constructor y presidente del Real Mallorca. Tras los saludos de rigor, aquel hombre que llegó a ser pieza fundamental en el equipo de Adolfo Suárez, me dijo que leía mis declaraciones en los periódicos y me animó a continuarlas, pues corrían tiempos muy difíciles y convenía que las gentes discutieran sobre si el árbitro le había robado el partido al mallorqueta y cosas por el estilo, en vez de que se enzarzaran en batallas políticas. Pues no estaba el horno para bollos.

En aquella España sólo se hablaba de inflación y de apertura. Un vocablo que sonaba de maravilla pero que nadie se hacía ilusiones, porque el presidente del Gobierno era Arias Navarro. La verdad es que fue una época difícil y el personal se preguntaba cómo iba a terminar todo el lío que se estaba fraguando para cuando muriese Francisco Franco.

De aquel caos pudimos salir, gracias al esfuerzo de unos políticos que supieron aunar voluntades, a fin de que los amantes de la dictadura comenzaran a desengañarse que ya no había motivos ni para cantar el cara al sol ni mucho menos para que se citaran cada dos por tres en la Plaza de Oriente.

Treinta años después, los políticos han perdido la cordura y andan todos los días a la gresca. Parece que el poder ha caído en manos de mediocridades que se han convertido en extremistas (jabalíes) y ven en el insulto la mejor manera de disimular sus deficiencias oratorias y, sobre todo, de dar rienda suelta al rencor que atesoran. Pura toxina, que, seguramente, les irá haciendo menguar en muchos aspectos.

Lo peor del asunto, en momentos tan complicados -debido a la cuestión del Estatuto de Cataluña-, es que ni siquiera el fútbol, como bien aconsejaba Josép Meliá en su día, sirve para distraer la atención de los ciudadanos. Puesto que el presidente del Barcelona, Joan Laporta, parece más bien un remedo del coronel Maciá: aquel señor que proclamó la República catalana y fue precisa una intervención urgente de Madrid.

En este caso, por lo que he podido leer, la intervención de Madrid, es decir, del Gobierno, ha sido arreglar el caso Messi por la vía rápida; a ver si así Laporta deja de hacer política a favor de un Estatuto que ha puesto a Rodríguez Zapatero entre la espada y la pared (Otra vez se repite la historia de cuando Azaña se las veía y se las deseaba para recortar un Estatuto que fomentaba la violencia dentro y fuera del Parlamento).

Y todo porque una mayoría de españoles piensa que el Estatuto atenta contra la Unidad de España. Lo cual le ha permitido al PP liarse la manta a la cabeza y poner a sus parlamentarios en primera línea de fuego: con orden de disparar contra todo lo que se mueva en favor de la idea del tripartito.

La semana pasada hemos vivido en Ceuta los efectos de esta tormenta, ya que los parlamentarios de esta tierra gustan de mantenérselas tiesa con el delegado del Gobierno y la secretaria general de los socialistas. Se han escrito declaraciones salidas de tono y ambas partes se han dicho impropios. Lo cual en una ciudad pequeña es realmente peligroso. Surgen los prejuicios, aumentan los rencores, y la venganza se embosca hasta tener su oportunidad.

Qué falta nos haría esta temporada una Asociación Deportiva Ceuta en puesto privilegiado. Al menos se hablaría más de fútbol y menos de políticos enfrentados. Pero está visto que al perro flaco, todo son pulgas.
 

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