Venga niño adelante, vamos con la
segunda porque, estas fiestas son lo más parecido a las
sevillanas.
La primera fiesta la Navidad, la segunda que es la que nos
toca, en estos momento, la despedida del año viejo y la
bienvenida al año nuevo, con la esperanza puesta en que algo
cambie, con la llegada del nuevo año, para bien en nuestras
vidas.
Todo está centrado en el próximo día cinco, en que se juega
la lotería del “Niño”. Y aquí habría que decir, como en el
chiste, “Virgencita si no me toca, déjame como estoy”.
Aunque si me deja como estoy, me vas a dejar más seco que
una mojama, lo que no supone, por cierto, ninguna novedad.
Lo novedoso sería que, por esas cosas que tiene la vida, me
tocase un “pellisquito” en el ”Niño”, Ni se imagina el
“Niño” lo que lo iba a querer.
No pierdo la ilusión de que, un siglo de estos, me toque. Y
mucho menos la esperanza porque ya se sabe que la esperanza
es lo último que se pierde.
Menos mal que la esperanza no es dinero, porque si fuese
dinero siglos habrían pasados en que, servidor, hubiése
perdido todas las esperanzas del mundo.
Cómo será la cosa que, según contaban mis padres, una de las
primeras frases que dije era responder a la pregunta de:
quién tiene la culpa de todo esto a la que ,servidor,
respondía de forma rápida y sin titubeos, “la tiene el
maldito parné” .
Dicen que esa frase la “largaba”, servidor, contando sólo
con siete meses de edad. La verdad, tengo que reconocerlo,
no me acuerdo pero si eso es así y no tengo porque dudarlo,
soy un adelantado a mi tiempo, porque desde pequeñito,
demasiado pequeñito, ya sabía que el tener “parné”, que es
el culpable de todos los males de la Tierra, no iba a ser mi
fuerte.
De todas formas, para conformarme, ante la falta del
importante “elemento” que es el dinero, me digo la frase que
nos décimos todos los pobres , “lo importante es la salud”,
a sabiendas de que esa frase sólo es una mentira piadosa.
La salud es como si le dan a usted, por un suponer, un
bocadillo de pan seco. No me negarán que si a ese pan, que
representa la salud, le añaden par de lonchas de jamón, de
esas que se pegan al paladar, la salud mejora una jartá.
A ver, si es posible, que me toque algo en la lotería del
próximo día cinco y, con toda seguridad, mejora mi salud una
jartá. Bueno, mi salud y las de todos mis acreedores que
tendrán una oportunidad única, en sus vidas, de que nos
quedemos en paz y jugando.
No sé por qué razón, mis acreedores, amigos mios del alma,
se alegran una jartá al verme paseando por las calles de
ésta bendita tierra que, cada día, está más guapa.
Al menos veinticinco de ellos, han tenido la gentileza de
felicitarme las navidades y preguntarme si jugaba a la
lotería de navidad y cuáles eran los números que jugaba, así
como las cantidades que jugaba en cada uno de ellos.
Oiga, amigo guardia, detalle que han tenido al felicitarme y
que, servidor, valora en lo que vale .
Lo que me ha dejado un poco “mosqueado”, ha sido el interés
que mostraron, todos ellos, en saber los números que llevaba
y la cantidad de parné que jugaba en cada uno de ellos.
Me imagino que sus razones tendrán, las mismas por las que
me han parado, todos ellos, para decirme, “no nos ha tocado
nada, es una pena. A ver si hay suerte con el ”Niño”.
Después de escucharles, he comprendido las razones por las
que les hubiése gustado que me tocase la lotería, porque
ellos jugaban el mismo número que servidor, de ahí sufrase “
no nos ha tocado nada, es una pena”
Como me los encuentre, de nuevo y me vuelvan a preguntar que
números llevo y cuánto me jugado en cada uno de ellos no se
lo voy a decir y, de esa forma, evito que vayan a comprar
mis mismos números que seguro que no tocan, porque a mi la
suerte en tocante a la lotería me ha vuelto las espaldas
desde el día que estos peazo de ojos se abrieron al mundo. ¡Dita
sean las cazuelas de papas!
El día que, por una de esas casualidades que tiene la vida,
me toque un “pellisquito” de algún sorteo de la lotería,
primitiva, euromillón, quiniela, Once o Bonoloto les doy mi
palabra, y mi palabra vale más que una firma en cualquier
documento, que les invito a todos a pasar quince días de
vacaciones, con todos los gastos pagados en Miami, incluida
una visita a la mansión de Julio Iglesias, donde podrán
conocer a todos sus artistas preferidos.
No me negarán que jugar, lo que se dice jugar, juego a todo
a ver si alguna vez acierto.
De momento, mientras me toca y puedo cumplir mi palabra
dada, a todos ustedes, de llevarlos a Miami con todos los
gastos pagados, no desaprovechen la ocasión y coman lo mejor
que puedan, para poder soñar con ese prometido viaje que,
por cierto, se sueña mucho mejor con el estómago lleno.
No vayan a dejar de comer, pensando en la promesa, porque
con el estómago no se juega. Se acabó.
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