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OPINIÓN - JUEVES 22 DE DICIEMBRE DE 2005

 

OPINIÓN / EL OASIS

Vivas tiene baraca
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Muchas veces se ha hablado de la baraca que tiene Juan Vivas. Goza, por poner un ejemplo claro, de la misma suerte que protegía al desaparecido Miguel Muñoz. Aunque a mí me parece que la figura del ceutí está aún más protegida por los hados que la del inolvidable entrenador madrileño. Quien era, además, maestro en ironías y terrible cuando echaba mano de los sarcasmos. Si bien es verdad que procuraba no abusar de ambas figuras retóricas de pensamiento, porque su casticismo era de verdad y no prefabricado.

Tampoco Vivas está falto de ironía. Basta con mirarle a los ojos y observar su sonrisa para apreciar si está a punto de responder con una burla fina a cualquiera que se esté pasando durante una conversación. Y a fe que no se corta un pelo a la hora de poner en práctica el cachondeo disimulado. Más temible, quizá, que una salida de tono de mal gusto.

Vivas, justo es decirlo, procura por todos los medios ayudar a su suerte para que ésta no se aburra de él. Le ha cogido la medida a vivir bajo el paraguas del buen bajío y no da ni un paso que pueda estropear esa situación especial que lleva viviendo desde que puso los pies en el Ayuntamiento.

Paciente en grado sumo, sabe Vivas esperar con sosiego la consecución de cualquier logro; sin caer en declaraciones altisonantes y, sobre todo, amparándose en una perseverancia infinita. Es, sin duda, persona poco dada a precipitarse, y que ante los contratiempos recurre a la expresión tan socorrida de paciencia y barajar.

Tras muchos años observándole, he llegado a la conclusión de que conoce las debilidades humanas y las explota convenientemente. Nada reprochable si se trata de estar en un puesto de tanta responsabilidad como es el de ser presidente de su ciudad: una Ceuta cuya complejidad le exige estar siempre atento a defenderla en cualquier foro.

Ocurrió no ha mucho cuando los inmigrantes asaltaron la valla fronteriza y se armó un lío monumental en toda la península. Y allá que el presidente, tachado a veces de pusilánime, se dio cuenta de que había llegado su momento de hacerse notar y salió a la palestra con bríos suficientes para exponer argumentos irrebatibles en el Senado, aprovechando el debate del Estado de las Autonomías. A partir de ahí, los ceutíes vieron que su profeta daba la talla y que no se habían equivocado al votarlo de una manera absoluta.

Ahora, en días tan señalados, el presidente ha visitado unas ciudades de Bosnia en las que se encuentra una expedición de militares ceutíes. Un viaje necesario, por más que algunos lo hayan criticado. Y que viene a demostrar que el presidente ha dejado la comodidad de su tierra para realizar una visita muy profesional y necesaria en todos los aspectos para su vida política. Una vida política que está llamada a ser importante. Porque sigo convencido, por más que el presidente diga que no, y otros no quieran reconocerlo por envidia, de que Juan Vivas será ministro en cualquier gobierno del PP.

Y lo será, entre otras muchas razones, porque la suerte, que es propensa a traicionar a sus elegidos, antes o después, ha hecho un pacto con este hombre, sin fecha de vencimiento. Lo cual es el mejor aval para que en su partido piensen en ofrecerle un ministerio que le vaya bien a sus condiciones.

No olvidemos que estar protegido por la diosa Fortuna ha sido siempre tenido como un don divino. Y ello, por más que nos empeñemos en echar abajo las supersticiones, continúa gozando de un poder extraordinario.

Tanto, que no me cuesta nada imaginar a Javier Arenas comentando en la calle Génova que el presidente de Ceuta es un tío que nunca pierde ni jugando a baloncesto. Y seguro que terminarán por creérselo. Tiempo al tiempo.
 

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