Se han puesto de moda, de poco
tiempo a esta parte, las comidas de empresas, donde se
reunen todos los compañeros para pasar unas horas de ocio
lejos de la presión a laque, cada día, están sometidos por
el trabajo.
Por supuesto que estámos hablando de los currantes
auténticos, no de aquellos que no le dan un palo al agua y,
encima, ganan una pasta gansa aunque también, estoy hay que
reconcerlo, se reunen en estas fechas navideñas en las
correspondientes comidas de empresas.
En ellas, volvemos a las comidas de los currantes auténticos
se habla de todo, de lo divino y de lo humano, lo único que
está prohibido es hablar de trabajo. Pues no sé cómo se las
arreglan para que, en estas comidas, se termine hablando del
trabajo de cada día.
Servidor, la verdad sea dicha de paso, no es muy dado a la
asistencia a las comidas, prefiero quedarme en casa leyendo
o viendo la televisión, aunque los programas televisivos
sean capaces de aburrir a las vacas.
Y mucho menos se me ocurre asistir a esas comidas o copas de
vino español a las que algún político o partido político
invitan a los medios de comunicación por dos poderosas
razones.
Primera y principal que ni están todos los que son, ni
sontodos los que están, con lo cual se produce una mezcla
rara que no me interesa nada, en absoluto, asistir a las
mismas. Y, para más inri, tiene que soportar, ver con estos
peazo de ojos que se van a comer los asquerososde los
gusanos, como los pelotas y los lameculos rodean al
polítiquillo de turno a ver si consiguen algo más.
Cuando se dan estas comidas o copas de vino español y dicen
que, en ellas, se invita a todos los medios de comunicación,
siempre hay algunos compañeros que no pueden asistir por
causa laborales o sencillamente que al no ser de la cuerda
del poítico o partido politico, de turno, no son invitados.
Con lo cual se está mintiendo al decir que se invitan a
todos los medios de comunicación.
La segunda razón es que, servidor, se aplica aquella famosa
frase que dijera el genial, Groucho Marx: ”No aceptaría
pertenecer a ningún club que me aceptasen como socio”.
O sea, las cosas claras para que nadie se llame a engaño,
que se llaman a participar, en todas esas comidas o copas de
vino español a todos aquellos , que de alguna manera tienen
en su cuerda o se quieren atraer a la misma.
Para no darle más vueltas al asunto, porque nos podemos
marear, servidor sólo acude a esa comida que da nuestro
periódico por el placer de departir unas horas con mi gente.
Aquí, en esta comida de nuestro periódico se invita a todos
los que pertenecemos, de una u otra forma a la plantilla del
mismo. Sin que exista el protocolo, desde el cual se tomen
las medidas oportunas, para que determinados periodistas,
por no estar bien vistos por los polítiquillos de turno,
polítiquillos de medio pelo, esos médiocres con carguitos,
no sean invitados a esas comidas o copas de vino español que
ofrece el político o el partido de turno.
Son tan médiocres, tan escaso de la más mínima inteligencia
que creen que, al no invitar a determinados periodistas, se
vengan de ellos.¡Pobres criaturitas!
Y les llamo pobres criaturitas, no porque sean pobres
económicamente hablando, que de dinero andan sobrado, sino
porque su inteligencia es tan cortita que lo único que saben
llevar por bandera es la vengaza.
Pobre venganza sólo digna de estos polítiquillos de medio
pelo, médiocres entre los médiocres.
Cuando compruebo esas actitudes, sólo dignas de ellos, me
causan risa, y el cuerpo se me predispone a tomármelos a
cachondeo, al ver tanta miseria humana en estos
personajillos.
¿Pero de verdad creen, estos médiocres que esa es una
venganza de la que saldrá dolido el periodista de turno?.
Por favor, no insultéis a la inteligencia de nadie que está
años luz de todos ustedes.
Perdonen que no les siga contando cosas de esta fauna de
polítiquillos de medio pelo y las actitudes que toman en
determnadas circunstancias, pero me tengo que largar, sin
perder un minuto porque llego tarde, a la comida que vamos a
celebrar la gente de “EL PUEBLO”.
Oiga, amigo guardia, gloria pura de cena que nos pegámos
entre pecho y espaldas todos, los que de alguna forma,
pertenecemos a este su periódico.
No se puede pedir más o mejor calidad que con la que nos
obsequió el editor en el hotel TRYP, que dicho sea de paso,
tenemos que felicitar, al persona que no srivió, por todas
las atenciones que recibimos incluidas las atenciones
tenídas, para con los componentes de “EL PUEBLO”, por el
director del hotel.
Ambiente de total camaradería entre todos los asistentes
entre bromas y risas.Como debe ser.
Pero hubo algo en el ambiente que es digno de destacar, la
enorme felicidad que reinaba entre todos los asistentes.
La felicidad es un sentimiento, que ni se compra, ni se
vende. No es moneda de cambios es, simplemente, felicidad.
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