Es cierto que durante el vigésimo
séptimo aniversario de la Constitución, aprovechado por Juan
Vivas para homenajear a la primera Corporación democrática
en el Palacio de la Asamblea, me contaron que Antonia María
Palomo iba a ser sometida a una presión asfixiante por parte
de un grupo opositor a su forma de actuar en el partido.
Cuando le pregunté a quien me estaba enterando del asunto si
sabía quién encabezaba el grupo opositor, mi comunicante se
aferró al mutismo, como si pronunciando su nombre fuera a
certificar su ruina como funcionario. Fue un miedo visible
lo que yo vislumbré en su rostro.
La verdad es que no tuve más remedio que acordarme de la
plaza de los Reyes. Puesto que, a pesar de todo lo que se
venga diciendo, uno piensa que las relaciones entre el
delegado del Gobierno y la secretaria general de los
socialistas son de mírame y no me toques. Aunque los dos
tratan de dar el pego de llevarse bien, haciendo de tripas
corazón.
Pero se les nota a la legua que ambos mantienen una postura
distante. Por más que se empeñen en guardar la compostura y,
sobre todo, hacen muchos esfuerzos a fin de evitar cada cual
dar el primer paso para romper la baraja. Algo que sería, en
estos momentos, una situación que empeoraría aún más los
bajos porcentajes de votos que le auguran las encuestas al
Partido Socialista de Ceuta.
En ocasiones, me ha dado por pensar qué motivos pueden
existir para que Antonia María Palomo y Jerónimo Nieto no
hagan buenas migas. Y he llegado a creer que al abulense no
le gusta nada la forma de mostrarse de la diputada ceutí. Y
hasta me atrevo a pronosticar que la actitud de ésta le pone
de los nervios y le hace bisbisear maldades.
Jerónimo Nieto es, las apariencias no engañan siempre, tan
frío como el que suele hacer en la tierra donde nació.
Mientras que su compañera de partido es todo lo contrario:
destila pasión a raudales y se enardece a la media vuelta de
manivela. Tampoco aquí casa lo de que polos opuestos se
atraen. Lo cual no deja de ser un problema para los
intereses políticos de un partido que necesita de la unión
para salir ileso de lo que le espera en las próximas
elecciones autonómicas.
Le espera a los socialistas luchar contra un candidato que
está crecido y cuya popularidad va aumentando a medida que
pasan los días. Caso curioso el de Juan Vivas: el poder
desgasta a los políticos más encopetados y, sin embargo, él
parece que no deja de crecer en la estima de los ciudadanos.
Un detalle que no pasa inadvertido entre la militancia
socialista y algunos dirigentes han dado en pensar que ello
es posible porque Antonia María Palomo suscita poco interés
entre los ceutíes. Y han empezado a meditar soluciones antes
de que se echen encima las elecciones y vuelvan a ser
barridos por la maquinaria del Partido Popular. Una
maquinaria cuya enorme energía es generada por un hombre
que, como bien decía José Luis Morales, días atrás, es una
joya para su partido.
De todos modos, mal harían los opositores en atentar contra
la secretaria general: ya que me parece, además de injusto,
un error el que hayan decidido abrir una brecha en el
partido, a estas alturas. Y las razones son claras: partido
dividido... partido quebrado. Y lo que es peor: díganme
quién sería capaz de sustituir a la señora Palomo para
enfrentarse a Juan Vivas.
No piensen en Salvador de la Encina ni, mucho menos, en León
Molina: pues ambos son lo suficientemente inteligentes para
saber que su lucha contra Vivas, en unas elecciones, sería
estéril. Y prefieren seguir desempeñando su cargo,
lógicamente, antes de despeñarse por la ladera del desastre
y dar con sus huesos en la sima del más rotundo fracaso.
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