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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 16 DE DICIEMBRE DE 2015

 

OPINIÓN / SNIPER

Marruecos, yihadismo y terrorismo
 


José Luis Navazo
yebala07@yahoo.es

 

Los yihaterroristas pululan como setas tras una llovizna en otoño. Y como advierte en su edición de noviembre “Méditerranée Perspectives” (nº 105), revista mensual dirigida por Allal El Maleh editada en Casablanca (Marruecos), “Le danger Daech n´est plus circonscrit dans una seule zone. Il est partout”.

Hace unos días, un buen amigo excelentemente informado me comentaba que “hoy día hay excelentes especialistas en islamismo y yihadismo”. ¡Magnífico! Pero, francamente, ¿donde estaban hace unos pocos años...? Porque si bien no hay una línea directa entre islamización y yihadismo, la islamización es un vaso comunicante, previo en todo caso. Por comparar con el terrorismo de la banda ETA, para que nos entendamos: no todos los “batasunos” han acabado en ETA pero, habitualmente, todos los etarras pasaron por Herri Batasuna. Y por pisar el terreno en Ceuta, si el Tabligh (liderado por ese oscuro personaje otrora subvencionado y jaleado, sidi Laarbi Maateis, duque de Mollina y conde de Kandahar conocido en los ficheros de la policía como “La Portuguesa”) sembró la simiente de la islamización de la ciudad, hoy día ha sido superado por el salafismo radical. Y de éste al yihaterrorismo solo hay un paso.

Volviendo al tema que nos ocupa, demos paso a los datos que hablan por sí solos: el yihaterrorismo es un cáncer en Marruecos, a duras penas controlado (pese al régimen policial imperante) en las grandes urbes y que, subrepticiamente y desde hace años, ha echado semilla en las amplias y desatendidas zonas rurales, donde vive todavía cerca del 50% de la población del país. Lo advertía sin rubor anteayer lunes Attajdid (Renovación), el órgano oficial de expresión del Movimiento Unicidad y Reforma (MUR), matriz del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), los islamistas parlamentarios actualmente al frente del gobierno: “El terrorismo se está infiltrando en el campo, es importante controlar los zocos rurales”. Algo que este escribano del limes, para los que hayan seguido estas columnas, ya había advertido desde hace unos años.

Tirando por lo bajo, Jeune Afrique (nº 2864, de 29 de noviembre) asume que más de la mitad de los 1500 marroquíes que habrían ido a combatir con Daesh “son del norte del Reino”. Craso error: los jóvenes marroquíes que han partido a su particular yihad son más de 3000 y del norte del país son originarios 3/4 partes, según fuentes marroquíes.

Nadia Lamlili, la periodista y enviada especial, ha pateado en Tánger el barrio de Béni Makada, Martil (el antiguo Río Martín del Protectorado) y Fnideq (Castillejos), antes de adentrarse en el “enclave español” (sic) de “la coqueta” (sic) Ceuta, moviéndose por la barriada de El Príncipe “considerado por las autoridades españolas como un nido de candidatos yihadistas”. Ciertamente, aunque con un matiz: el vivero yihadista ya no es solo El Príncipe, es la ciudad entera. ¿O acaso van a decirme que no?

El reportaje, francamente interesante pese a los fallos inherentes a la técnica del “periodismo lanzadera”, se completa con una entrevista al jeque salafista Omar El Haddouchi. El jeque tetuaní quien hace poco había advertido que en Marruecos andaban sueltos más de 1000 yihadistas de Daesh, insiste en que “la yihad está omnipresente” y que “los candidatos están repartidos por todo el país”. Señalemos que, pese a su salafismo radical, El Haddouchi se ha enfrentado a Daesh y ha sido amenazado de muerte por el Estado Islámico (EI) después de haber rechazado un puesto entre sus jueces.

Por otro lado y a través de una “fatwa” (o fétua) emitida por el ilustre Consejo Superior de Ulemas el pasado 14 de noviembre, el Reino de Marruecos ha advertido fuerte y claro que “la yihad por las armas es un recurso extremo” y que “solo puede proclamarla una autoridad religiosa reconocida”, explicando en un oportuno comunicado que “el terrorismo, la agresión, el terror y la masacre de almas inocentes, son actos formalmente prohibidos por la religión islámica”. Efectivamente, así es.

Pero la realidad es cruda. “Nicham”, directo: Marruecos es hoy un hervidero yihaterrorista y Ceuta, siempre Ciudad Querida, es desde hace unos años no solo una ciudad corsario-islamista al amparo de la bandera roja y gualda, si no la ciudad española con mayor porcentaje de candidatos al yihadismo terrorista. Algo está fallando estrepitosamente. Ya no vale mirar para otro lado ni, desde las filas del islam ceutí, romperse las vestiduras y decir que “esto no tiene nada que ver con nosotros” mientras se agita el espantajo, ruin y cobarde, de la islamofobia. Es lo que hay.

Haya salud. Visto.
 

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