España se despertaba ayer
sobrecogida por el ataque terrorista contra la Embajada en
Kabul. Isidro y Jorge, dos valientes policías nacionales,
daban su vida por su país y por la seguridad de sus
ciudadanos. A pesar de estos inevitables reveses, lo cierto
es que no se baja la guardia y así, en torno a las cinco de
la madrugada, se actuaba precisamente en Ceuta. Agentes de
la Guardia Civil venidos de la península, con el apoyo de
compañeros de la Comandancia de Ceuta, se encargaban de
detener a un individuo que al parecer se dedicaba a
adoctrinar y radicalizar a jóvenes, algunos menores de edad,
para incorporarlos al Daesh. Se actuó bajo mandato judicial.
La labor que realizan las fuerzas y cuerpos de seguridad del
Estado no es fruto de la casualidad, sino de una labor
extraordinariamente compleja e importante, en la que a
diario se juegan la vida personas anónimas, que nunca salen
en los periódicos, pero que evitan en la mayoría de los
casos las acciones terroristas. En este caso ha sido la
Guardia Civil, pero no hay que olvidar que también trabajan
arduamente en ello la Policía Nacional y los prestigiosos
servicios de inteligencia españoles.
La cooperación que se presta, y
que a su vez ofrece también, es fundamental en cuanto a lo
que a Marruecos se refiere. Es sin duda una de las claves.
Rabat ha desactivado en los últimos años nada menos que 140
células terroristas en su propio territorio y ha aportado
valiosísima información a España.
Por otro lado, tras los
hechos ocurridos y aprovenchando la celebración ayer del Día
Internacional contra la Islamofóbia, conviene reiterar que
nadie debe equivocarse en cuanto a los musulmanes de bien,
aquellos que viven su fe con el mayor de los respetos hacia
las otras confesiones religiosas y, por ende, a sí mismos.
Precisamente hace unos días estuvo en Ceuta el literato y
académico Muhammad Isa García, un converso de origen
argentino, que vino con un mensaje muy claro para que la
juventud musulmana no caiga en la trampa de los terroristas.
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