Lo ocurrido en París es la
expresión más dura del horror y de la creciente amenaza que
el terrorismo yihadista supone en la actualidad para
humanidad entera. Una pesadilla de violencia, terror y
miedo. No se trata solo de un ataque contra Francia, es un
ataque contra nuestro modelo de vida y de libertades. Es un
ataque contra todos nosotros. Los atentados terroristas han
dejado imágenes desgarradoras. No hay palabras para
describir el horror. Los terroristas están poniendo en
discusión lo más precioso que tenemos, nuestra paz, nuestra
libertad y nuestra vida. Están atacando nuestro modo de
vivir. Por ello, es esencial la unión de todos en la lucha
contra el terrorismo y para luchar contra las redes que
contribuyen a organizar cosas como la ocurrida en París.
Sin embargo, conviene reiterar que
el islam no es terrorista, insistamos en ello. Al contrario,
el terrorismo denigra la imagen y todos los principios
fundamentales del Islam. El terrorismo no tiene religión ni
patria. El problema reside en que el yihadismo, y como
culminación suya el Estado Islámico sí son una versión
ultraortodoxa del islam, ayudado por la revolución en las
comunicaciones que han multiplicado tanto la expansión
ideológica como las posibilidades de atentar.
En este sentido, mucho más
peligroso que el terrorismo es mezclar sin mucho orden ni
concierto prejuicios y clichés sobre la compatibilidad o
incompatibilidad del islam con la democracia, la integración
de los musulmanes, el papel de la religión en los espacios
públicos, la identidad o el multiculturalismo. Contra el
terrorismo yihadistas debemos luchar de forma conjunta,
incluidos los musulmanes. Y ya no bastan las palabras ...
*Editorial publicada el
15/11/2015 y que hoy reproducimos con motivo del Día
Internacional contra la Islamofobia
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