Se cumplen ya treinta y ocho años de la aprobación por
referéndum de nuestra Constitución, una Norma Fundamental
que acometió los objetivos para los que fue creada,
posibilitar el paso de una dictadura a una democracia
parlamentaria con el menor número de abandonos posible.
Gracias a ella los y las españolas pudimos avanzar en un
camino hacia nuestro reencuentro como sociedad.
Sin embargo tras estos casi
cuarenta años, nuestra Primera Ley se ha quedado obsoleta,
ya titulaba el año pasado nuestro Movimiento por la Dignidad
y la Ciudadanía (MDyC) el artículo sobre el aniversario como
“Una Constitución para una sociedad nueva”, en el que
argumentábamos que: “Es por ello que ahora es necesaria una
modificación de nuestra Constitución, una transformación que
permita al 70% de la población actual que no se pronunció
sobre la misma, sentirla como suya, partícipe de la
construcción de un nuevo molde para la sociedad que queremos
construir”.
Ahora creo que sigue siendo
totalmente necesaria esa Reforma Constitucional, necesitamos
darnos todos y todas las españolas una nueva norma, a través
de un nuevo consenso que fundamente los logros alcanzados y,
sobre todo, los proteja de cualquier posible ajuste como ha
hecho en estos cuatro años el Partido Popular. No podemos
consentir que quienes han destruido nuestro Estado Social y
de Derecho, se nieguen a modificarla, quienes fueron los
primeros en oponerse a ella, sean ahora sus máximos
defensores.
Ellos pueden modificarla cuando lo
deseen; los y las españolas que exigimos su cambio, no
podemos ni expresar esa posibilidad porque dicen que atenta
contra nuestro sistema de convivencia. Más daño a nuestra
sociedad ha hecho la obsesiva destrucción de los derechos
que en ellos se contempla el Gobierno de Mariano Rajoy.
Necesitamos un nuevo orden
constitucional, un nuevo consenso en el que la participación
de los y las ciudadanas sea decisiva y esté por encima de
acuerdos bipartidistas que sólo beneficien a las estructuras
actuales, perdurando los intereses de estas clases
poderosas.
Un nuevo proyecto de convivencia
en el que se incluyan las bases que fundamenten nuestra
nueva sociedad, donde estén salvaguardados los derechos
fundamentales de las tres generaciones (los derechos civiles
y políticos; los derechos económicos, sociales y culturales;
y los llamados derechos de tercera generación: a la
autodeterminación de los pueblos, al desarrollo, al medio
ambiente, a la justicia social, a la paz, etc.). Todos estos
derechos deben blindarse en nuestra nueva Constitución para
que vuelva a ocurrir los que estos aguerridos defensores de
“su” norma fundamental ya han hecho durante estos últimos
cuatro años, que no nos la vuelvan a robar.
Precisamos darnos una nueva
Constitución en la que las ilusiones de todos y todas las
españolas se encuentren reflejadas en ella, que nos permita
volver a tener la capacidad de construir un futuro como
deseemos, de prosperidad, de concordia. No podemos
encorsetar a quienes mayoritariamente no aprobamos esa Norma
en un modelo que ya está desfasado, un modelo que ya no
sirve para generar esperanza en el futuro, quienes confiamos
en un mañana de progreso y desarrollo para España, deseamos
que nuestra Constitución sea de y para todos y todas las
españolas.
Por eso ahora grito Viva la
Constitución, Viva nuestra nueva Constitución.
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