El Juzgado de Instrucción número 49 de Madrid tiene abierta
una causa contra una traductora externa empleada por la
Policía Nacional por un delito de descubrimiento y
revelación de secretos. Está imputada por robar documentos
sobre causas de yihadismo seguidas en dos juzgados centrales
de instrucción de la Audiencia Nacional.
En este sentido se ha informado que la traductora, que
podría ser una espía infiltrada, sustrajo datos, que se
encontraban bajo secreto de sumario, sobre dos células
yihadistas vinculadas a Estado Islámico que enviaban desde
España, más concretamente desde Ceuta y Melilla, a
terroristas suicidas para cometer atentados en Siria, Irak y
Mali.
Una de estas redes, que operaba desde Ceuta, envió a 28
terroristas a Siria, donde el Estado Islámico ha establecido
su base más sólida de terrorismo internacional, que ha
logrado recientemente atemorizar a toda Europa tras los
atentados de París. Ocho de los integrantes de la célula de
Ceuta se inmolaron en atentados suicida cometidos en Siria e
Irak utilizando coches bomba y cinturones con explosivos.
La acusada, tal y como se ha informado desde fuentes
oficiales, trabajaba para la empresa Ofilingua S. L. y
prestaba sus servicios a la Comisaría General de Información
de la Policía Nacional cuando se produjo la sustracción de
los papeles, en agosto de 2012. Estos documentos sustraídos
de la sede policial formaban parte de dos diligencias
previas abiertas en los juzgados de los magistrados Fernando
Andreu y Pablo Ruz.
Se trataban de investigaciones sobre supuestas células
yihadistas de propaganda, captación y facilitación asentadas
en Ceuta y Melilla, cuya zona favorece que sus ciudadanos
empleen mayoritariamente en sus comunicaciones el rifeño, un
dialecto autóctono de la zona marroquí del Rif. De esta
forma, las traducciones de las conversaciones registradas en
las intervenciones telefónicas policiales eran realizadas
por la empresa Ofilingua, en la que trabajaba la imputada.
Los servicios de información de la Policía informaron al
juez Andreu que la empleada extrajo “de forma subrepticia un
pendrive o dispositivo de almacenamiento USB del ordenador
donde estaba trabajando en la comisaría, por lo que se le
comunica que ese comportamiento no se adecúa a las normas
establecidas y ella, de forma voluntaria, entrega el
soporte”, según las diligencias judiciales del caso.
En concreto, la Policía Nacional constató que el pendrive
que la traductora se había llevado “de forma subrepticia”
contenía informes sobre terrorismo internacional de dos
causas que estaban instruyendo los jueces de la Audiencia
Nacional Fernando Andreu y Pablo Ruz.
La primera de estas causas corresponde a las diligencias
previas 14/2012, en las que el juez Andreu investigaba una
célula dedicada a captar, radicalizar y enviar a yihadistas
para combatir en Mali en las organizaciones AQMI y MUYAO.
La otra causa de la que robó documentos la colaboradora del
CNI corresponde a las diligencias previas 171/11, instruidas
por el juez Pablo Ruz. La investigación se había iniciado
cuando la Policía detectó que varios islamistas
radicalizados habían comenzado a organizarse como célula en
Ceuta.
Estos yihadistas estaban en permanente contacto con el jeque
Omar El Haddouchi, que había quedado en libertad por un
indulto del rey de Marruecos, tras cumplir condena por el
atentado de mayo de 2003 contra la Casa de España en
Casablanca.
La Policía Nacional comenzó a realizar seguimientos a los
miembros de esta célula de Ceuta. La intérprete captada como
topo por el CNI fue la encargada de traducir la
transcripción de las conversaciones telefónicas intervenidas
a estos yihadistas por orden del juez Ruz, que constituían
una prueba fundamental para conocer todos sus movimientos.
Archivos manipulados
Cual es la sorpresa que el análisis forense determina que en
ese dispositivo tenían 17 “archivos borrados recuperados”,
que contenían traducciones de las intervenciones
telefónicas. Al conocer los hechos, el juez Andreu abrió una
causa secreta y determinó que dicha información podría haber
sido facilitada a personas relacionadas con terrorismo, por
lo que se trataba de un delito competente de la Audiencia
Nacional.
Los agentes también revelaron al juez que la traductora
“mantenía una relación de colaboración con algún servicio de
inteligencia, muy probablemente con el Centro Nacional de
Inteligencia, de acuerdo al material recuperado”. Al
servicio secreto español supuestamente “facilitaba
información sobre diferentes personas y entornos islámicos,
lo que lleva a pensar que la sustracción de información que
realizó de esta Comisaría General de Información tenía como
destino este servicio”. Sin embargo, también señalaron “que
no es posible determinar si transmitió esta información a
algún otro servicio de inteligencia, aunque de acuerdo a un
documento recuperado en el dispositivo se generan
sospechas”. Dicho de otro modo, se podía tratar de una
agente doble.
La labor de la intérprete de la Policía –captada como topo
por el CNI– no se limitó a la traducción de las
conservaciones telefónicas de los terroristas pinchadas por
orden judicial. También fue fundamental para conocer el
contenido de sus correos electrónicos, igualmente
intervenidos por la Policía, y su presencia en las redes
sociales.
Varios miembros de la red se mantenían en contacto a través
de una comunidad de Facebook de tendencia islamista radical,
según explica el sumario instruido por el juez Pablo Ruz.
Uno de los líderes había comunicado a sus compañeros el
inicio de la operación de envío de yihadistas a Siria, en
abril de 2012, con un email en el que simplemente decía:
“Adelante, Oh Leones de Sham”.
La investigación desarrollada por la Policía Nacional
permitió constatar que este grupo celebraba algunas de sus
reuniones en la playa de la Alamadraba, en Ceuta, y que
captaba a jóvenes de origen musulmán en partidos de futbol,
para convertirlos en terroristas suicidas.
Uno de los yihadistas, Rochdi Abdeselam Abdel Lah, había
protagonizado un alboroto en la mezquita Bard de Ceuta, en
marzo de 2013, durante el cual llegó a agredir al iman
porque se negaba a radicalizar los mensajes religiosos que
lanzaba a sus fieles.
Pendientes de Microsoft
Por otra parte, la razón que lleva a sospechar de esa
condición de doble agente es que “desde la grabación de los
archivos hasta el momento de su eliminación transcurrió un
espacio de tiempo suficiente para que dicha información haya
podido ser manipulada y traspasada a otros equipos
informáticos o facilitados a terceras personas”,
concluyeron. De las escuchas autorizadas por el juez a la
imputada tampoco se identificaron a los receptores.
El juez Andreu concluyó que no era competente para seguir
instruyendo el caso, ya que la traductora-espía no tenía
relación con un delito de terrorismo. Y remitió las
diligencias a un órgano ordinario de Madrid, que rechazó la
competencia y planteó una cuestión de competencia en el
Tribunal Supremo. Este acordó que los hechos son
constitutivos de un delito de descubrimiento y revelación de
secretos, por ello la competencia corresponde a Madrid. Así,
la causa llegó en marzo al Juzgado de Instrucción 49 y desde
entonces apenas se ha movido un papel. La razón es que el
juez Andreu dejó pendiente una comisión rogatoria a Estados
Unidos en la que reclamaba a Microsoft que identificase los
correos electrónicos y las IP (dirección del ordenador) de
los tres receptores de la información sustraída. Pero
Microsoft no respondió todavía. Esta pesquisa es fundamental
para conocer las implicaciones de la imputada con otros
servicios de inteligencia y, sobre todo, llevarla a juicio
por revelación de secretos.
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El servicio de inteligencia español recibió la información
sobre los terroristas al mismo tiempo que el juez instructor
Pese a que la causa se encontraba
bajo secreto de sumario, el servicio de inteligencia español
recibió la información sobre los terroristas al mismo tiempo
que el juez instructor. Según la investigación judicial,
esta célula de Ceuta envió en apenas un año, entre abril de
2012 y junio de 2013, a 28 yihadistas a cometer atentados en
Siria e Irak. De ellos, nueve eran ceutíes y el resto
marroquíes. Habitualmente, viajaban desde Ceuta hasta
Algeciras en ferry y, una vez en la Península, tomaban un
avión en Málaga para volar a Turquía. Desde allí, cruzaban
la frontera con Siria. De los 28 yihadistas captados y
entrenados por la célula de Ceuta, vinculada a Estado
Islámico, ocho se inmolaron en atentados terroristas. Uno de
ellos, Rachid Hossain Mohamed, lo hizo estrellando un camión
cargado de explosivos contra el cuartel militar de Idlib en
Siria, el 1 de junio de 2012. Previamente, había anunciado
en su perfil de Facebook que estaba preparado para el
“martirio”. Otro de ellos, Yunes Ahmed Mohamed, murió dos
meses después en un atentado suicida utilizando un cinturón
explosivo.
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