En numerosas ocasiones, en publicaciones, seminarios o
Campus, durante estos últimos años la sociedad de nuestro
país ha sido invitado de piedra, de las reformas
institucionales y territoriales necesarias para mejorar el
funcionamiento de nuestra democracia, frente a la crisis
institucional que ha acompañado a la durísima crisis
económica.
Algunas de esas reformas se han
puesto en marcha y otras están pendientes. Es preciso
insistir en ellas, reflexionando una vez más para
acometerlas de la mejor manera posible. Sobre todo es
imprescindible que el próximo 20 de diciembre, cuando
volvamos una vez más ha ejercer nuestro derecho al voto, dar
la continuidad al Gobierno del Partido Popular. Ese voto de
responsabilidad y confianza por la recuperación de nuestro
país, el futuro de nuestros hijos y la confianza de las
mejoras en las políticas sociales, es el impulso que
necesita que España y los españoles necesitamos para seguir
en la senda del crecimiento económico y la bajada del paro.
Paralelamente, prácticamente desde
2004 se ha abierto en España un interesado debate sobre el
significado de la Transición, la supuesta invalidez
sobrevenida de la Constitución, la descalificación de las
instituciones y, en definitiva, la deslegitimación de la
democracia parlamentaria. A raíz de ese debate, y
aprovechando las tendencias populistas tan peligrosas en los
tiempos de crisis, se han instalado proyectos políticos que,
bajo la apariencia de fortalecer la democracia, proponen
realmente su ruptura. Algunos partidos nacionalistas han
aprovechado también el momento de dificultad para impulsar
sus propuestas más radicales de ruptura.
En este escenario resulta
imprescindible discriminar lo que son propuestas sólidas y
útiles de reforma para fortalecer y modernizar nuestro
sistema democrático, como las que defiende el Partido
Popular, de aquellas que, bien intencionadas, no van a
servir para mejorar nuestras instituciones, de aquellas
otras que, en fin, no pretenden mejorar la democracia, sino
sustituirla por alternativas cuyo carácter antidemocrático
es bien conocido en el pasado y en el presente, de países
que un día fueron democráticos hasta que se entregaron a las
soluciones mágicas de la demagogia y el populismo.
En un reciente y celebrado
discurso sobre los grandes retos globales, Henry Kissinger
recordaba que “el acierto de nuestras respuestas dependerá
de la calidad de nuestras preguntas”. En España se aspira a
plantear de forma incisiva y directa las cuestiones clave
del momento. Un momento que los analistas no dudan en
calificar como “un nuevo desorden nacional” y que exige, más
que nunca, de principios sólidos y estrategias claras y
compartidas. Por tales cuestiones en las próximas Elecciones
Generales del 20 de diciembre, los españoles nos jugamos
mucho, hay que hacer las preguntas correctas para decidir
nuestro voto, y si las preguntas son las correctas,
comprobaremos que las respuestas siempre nos dan la misma
solución. Dar nuestra confianza al Partido Popular, por la
cientos de razones que son las respuestas de las cientos de
preguntas.
Son muchos los temas que se
abordar en la próxima legislatura, con la ayuda de los
mejores expertos nacionales, como es el equipo del Partido
Popular. Los interrogantes que plantea los muchos problemas
internacionales. El gigantesco desafío que plantea la
confrontación asimétrica con el terrorismo propagandístico
del Estado Islámico. Los límites de la relación con la nueva
Rusia nacionalista. La vuelta del viejo populismo en Europa.
Las inciertas oportunidades del deshielo cubano. La
necesaria transición venezolana frente a los coletazos
represivos del chavismo. Los problemas independentistas de
ciertos sectores radicales nacionalistas de nuestro país.
Todos estos temas nos afectan como españoles, como europeos
y como miembros de una comunidad moral que se define por su
defensa de la libertad, la democracia y los derechos
humanos. Y todos están relacionados. Se trata de despejar la
confusión y redefinir las bases, estrategias y alianzas de
un mundo más libre y más seguro. Circunstancias de las
cuales solo hay un partido en nuestro país que las defiende,
porque las tiene incrustadas en su ADN, este es el Partido
Popular.
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