Cuentan los libros de Historia que la lealtad de Ceuta fue
premiada por el rey Felipe IV con la concesión, en 1641, del
título de Muy Noble y Leal Ciudad. Posteriormente, según
Real Cédula de 1654, se agregó el dictado de Fidelísima.
Visto el cariz que va tomando la ciudad, cabría ampliar el
título concedido por Felipe IV, añadiéndole otro título, así
quedaría, por fin, como indica el encabezado de estas
líneas, a saber: “La Muy Noble y Leal e Islámica Ciudad de
Ceuta”.
El pasado 14 de octubre, según
recogió El Pueblo, en el Instituto Universitario General
Gutiérrez Mellado, se leyó la tesis doctoral titulada: “Los
conflictos por Ceuta y Melilla; 600 años de controversias”,
realizada por Jorge Loureiro Souto y dirigida por el
historiador militar Fernando Puell de la Villa. En la citada
tesis doctoral se estudian los conflictos que el
cristianismo y el islam han tenido entre sí desde que
Portugal conquistó Ceuta, en 1415, y Melilla, en 1497, hasta
los tiempos actuales. Como novedad, se recoge en la tesis
que los conflictos entre España y Marruecos, por la
soberanía de ambas ciudades, transciende el ámbito de lo
político porque poseen una dimensión religiosa, patente
durante siglos y que parecía que se había olvidado un tanto.
En la tesis se pone negro sobre blanco una realidad que a
nadie se le escapa, salvo a aquellos que suelen mirar a otro
lado y que parecen decir “esto no va conmigo”. Así, según la
tesis doctoral, desde la conquista de Ceuta (1415) y de
Melilla (1497), una y otra ciudad han sido plazas avanzadas
de la cristiandad en territorio del islam, pero al paso del
tiempo ambas ciudades se están convirtiendo en dos ciudades
islámicas enclavadas en Occidente. Esto se debe a que ha
habido un vuelco demográfico, una sustitución demográfica,
en ambas ciudades, ya que en una y otra se ha ido asentando
un grupo étnico de origen marroquí y de religión islámica,
que, con el paso del tiempo, ha adquirido la nacionalidad
española, de modo que más pronto que tarde habrá relegado al
grupo étnico de origen peninsular y cristiano a un segundo
plano. Fríamente, cabría decir que el islam está en vías de
re-conquistar ambas ciudades, no en virtud de un hecho de
armas, sino en virtud de la demografía. Hablando en plata:
esto ha sucedido debido a tres factores relevantes: la
ineptitud de los políticos gobernantes que han permitido el
asentamiento de marroquíes en ambas ciudades, la concesión
de residencia y nacionalidad a esos marroquíes y el vientre
de las mujeres del grupo étnico musulmán.
En la tesis doctoral mencionada se
insiste en que no necesariamente ambas ciudades tengan que
convertirse por el vuelco demográfico en ciudades
marroquíes, sino que ambas ciudades están sometidas a un
proceso de cambio que las modificará notablemente, al menos
desde la perspectiva social. Asimismo, se ofrece una
oportunidad nueva de encuentro entre dos civilizaciones, dos
religiones, enfrentadas durante siglos para entenderse y
comprenderse mejor llegando a un enriquecimiento y al
descubrimiento de nuevas fórmulas de convivencia –eso es, al
menos, la aspiración y el deseo de quien escribe la tesis
doctoral–.
Me temo que depositar las
esperanzas salvíficas de una futura óptima convivencia en el
vuelco demográfico –pese a las buenas pretensiones del autor
de esta tesis– es de un descarado y atrevido optimismo. Como
si hasta ahora esa comunidad de religión islámica no hubiera
tenido oportunidades u opciones para encontrar su lugar al
sol. Así, recuérdese que el fiasco de la celebración,
recuerdo, o conmemoración, del VI Centenario no es para
echar las campanas al vuelo, fue una decepción de tamaño
gigantesco. El alcalde se negó a celebrar institucionalmente
ningún acto a este respecto porque partidos y asociaciones
de matiz islámico se negaron en redondo, aduciendo que no
cabía celebrar/recordar/conmemorar una efeméride sangrienta,
un “genocidio”. Así, Caballas, MDyC, Luna Blanca y
al-Idrissi se sienten descaradamente concernidos, no con
nada que huela a Portugal, sino con los pobladores que
habitaban Ceuta en tiempos de la conquista, pobladores de
religión islámica. Para más inri, no se obvie que Vivas
cortó la subvención de 70.000 euros a la Fundación,
destituyó a su presidente y, finalmente, la laminó. Se vio
claro que el alcalde actuó así porque se vio presionado por
el segmento islámico de la ciudad y por cierto periodismo
lacayo y proislámico que no dejó de cuestionar el papel de
la Fundación, el salario de su presidente y la subvención de
la Fundación.
Y ahora, el alcalde Vivas, ni
corto ni perezoso, se ha presentado en Lisboa para co-inaugurar
la exposición “Lisboa 1415 Ceuta: historia de dos ciudades”.
Y allí, en Lisboa, el alcalde Vivas consideró que la
efeméride del VI Centenario de la “llegada” de los
portugueses a Ceuta (como si hubieran sido ‘paraguayos’) era
una oportunidad para estrechar “lazos de amistad” y para
darse a conocer en una ciudad (Lisboa) “referencia de
Europa”. Se ve claramente que el alcalde Vivas no tuvo las
suficientes agallas para conmemorar institucionalmente, en
Ceuta, el VI Centenario como se merecía. Se arrugó. Y,
ahora, se ha largado a Lisboa como si aquí se hubiera
celebrado-recordado el VI Centenario con todo esplendor. No
se puede negar que el alcalde Vivas tiene más concha que un
galápago. Sabe nadar y guardar la ropa. Pero si cree el
alcalde Vivas que esos islámicos a los que ha apaciguado van
a tener alguna consideración con él, está equivocado de
medio a medio. Que no cuente con el agradecimiento de esa
comunidad. Le han tomado la medida, han tomado nota de su
punto débil y, como dice el ‘proverbio moruno’, “si tú te
haces león, yo me hago cordero, pero si tú te haces cordero,
yo me hago león”.
Cuando la señora Fátima Hamed, de
MDyC, se enteró de que el alcalde Vivas se había ido a
Lisboa con un séquito de cuatro personas más dos escoltas
para asistir a la inauguración de la exposición “Lisboa 1415
Ceuta: historia de dos ciudades”, le faltó tiempo para salir
en tromba y criticar “la utilización de fondos públicos para
viajes que no aportan nada a la ciudadanía”. En este punto
hay que llamar la atención sobre “viajes que no aportan nada
a la ciudadanía”. Se ve claramente que a la señora Hamed le
disgusta, la pone enferma, que se recuerden los lazos
históricos de Ceuta con Portugal. Si pudiera borraría esa
parte de la historia de Ceuta, incluso, acaso, laminaría si
pudiera esas murallas renacentistas de origen portugués,
obra del Maestro en el Arte de Fortificar Miguel Arruda, que
recibió el encargo de diseñarlas del monarca portugués Juan
III (1521-1557). La señora Hamed no soporta que se haga
alusión a los vestigios de todo orden que hemos heredado de
Portugal, que, por sabidos, no cabe citarlos otra vez. No
puede disimular su enojo cuando alguien hace alusión a
nuestro pasado portugués, por eso disfraza dicho enojo con
alusiones al gasto que puede haber supuesto el
desplazamiento de esas personas a la exposición de Lisboa:
“con la asistencia del señor Vivas hubiera sido más que
suficiente”, sentenció la diputada Hamed. Pienso que si ya
se tomó la decisión de ir a Lisboa había que ir con cierta
distinción, con cierta categoría, con cierta clase, no
presentarse allí en plan chabacano, téngase en cuenta que se
va, no a título personal, sino en representación de Ceuta.
Pero claro, parece que la diputada Fátima Hamed no soporta
que se recuerden y estrechen lazos con Portugal. Eso la pone
de los nervios. No pasa desapercibida la radicalización y el
rigorismo islámico, cada vez más acentuado, de la diputada
Hamed, y, por ende, de su partido. Radicalización que ya se
manifestó en su momento en los veinticinco integrantes de su
lista a las últimas elecciones a la Asamblea ceutí. Todos,
absolutamente todos los integrantes de la lista son de
confesión islámica (tal vez no encontró a alguien de otra
religión que quisiera ir en su lista), y, por consiguiente,
el vuelco demográfico, la sustitución demográfica, no debe
dejarla indiferente, es más, tal vez la haga feliz. Le guste
o no, la señora Hamed debe asumir que, en concreto, “ese
viaje a Lisboa” sí aporta y mucho a la población ceutí que
sí se siente concernida con los lazos históricos con
Portugal.
Por otro lado, en la tesis
doctoral se insiste, con una ingenuidad que asusta, en que
no necesariamente tengan que convertirse, Ceuta y Melilla,
en ciudades marroquíes por el vuelco demográfico. Ese es
realmente el peligro. Cuando el cambio demográfico sea
ostensible, nuestro vecino Reino de Marruecos, qué duda
cabe, pondría en juego sus malas artes en los foros
internacionales para convencerlos de que Ceuta y Melilla
tienen más de marroquíes e islámicas que de españolas y
europeas y cristianas. Si la naturaleza es buena con
nosotros y nos conserva en buen estado, puede que veamos
movimientos en la corte del sultán Mohamed en la dirección
que he apuntado más arriba.
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