Salvo desde el corredor de Taza
(eje Ujda-Rabat), la verde y turística Ifrán, rodeada de
cedros y pequeños lagos, queda un poco a desmano del resto
de Marruecos. Pero la amazigidad (o lo bereber que se decía
antes) tira y casi doscientas personas se dieron cita el
pasado fin de semana para asistir, con ilusión y entusiasmo,
al VIII Congreso Mundial Amazigh, incluyendo delegaciones de
Azawad (Mali), Túnez y Libia, mientras que desde la vecina
Argelia el Movimiento por la Autodeterminación de la Kabilia
(MAK) remitía un largo comunicado de adhesión de tres hojas
(Azul si Tmurt Taqvaylit!), aportando “su sostén a todos los
pueblos amazighs que luchan por su libertad” y denunciando,
a tomar nota, “la predación colonial árabo-islamista”.
Inicialmente este congreso se iba
a celebrar en Túnez, pero por razones de seguridad
(terrorismo yihadista) fue trasladado en el último momento a
Marruecos.
Estructurado en tres talleres o
foros (Valores de la Cultura Amazigh, Autonomismo y Derechos
Humanos) que fueron intensamente debatidos, la VIII Asamblea
Mundial Amazigh (la VII se celebró hace dos años en Tiznit,
región de Marrakech) se clausuró revalidando la presidencia
de Rachid Raha como presidente, recayendo la delegación
marroquí en Amina Ibnou-Cheikh. Por su parte la Presidencia
de Honor sigue siendo asumida por el doctor Mimoun Charki.
La amazigidad comenzó a ser
siendo reivindicada en el Festival de los Pueblos Bereberes
de 1994, desarrollándose desde entonces una intensa dinámica
en favor de la varias veces milenaria lengua y cultura
bereber, tradicionalmente reprimida a lo largo de la
historia. Importante caballo de batalla ha sido la
escritura: si en la Cabilia argelina se sigue aun la grafía
latina (no así los mozabitas y tuaregs), en Túnez y
Marruecos se defiende el tifinagh, en abierta oposición a
los movimientos islamistas que intentan imponer el árabe.
“Marruecos como Estado a través del IRCAM optó por el
tifinagh y ya no hay vuelta atrás”, señala convencido Rachid
Raha.
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