El valor y la dignidad de las personas, el derecho a la
inclusión, la normalización, la sectorización y la
socialización, están por encima de todos los argumentos
justificativos que impiden poner en práctica estos
principios. Si tuviera un objetivo que cumplir sería la
sensibilización, no hay nada más importante que sensibilizar
y hacer que la gente empatice. Si logramos ponernos en la
piel de la otra persona y en una situación concreta
crearemos actitud, y no hay nada como la actitud para que la
inclusión funcione. La escuela no son compartimentos
cerrados y rígidos. Caja blanca y caja verde, la escuela no
es seguir la corriente de un río, la escuela es el reflejo
de la sociedad y no existe una sociedad más enriquecedora
como la que atiende a la diversidad. Ahora mismo puedo
hablar desde tres roles, el rol de pertenecer a un partido
político que me hace ser exigente con él, exigente para
hacer cumplir la Ley de inclusión, por ejemplo. El rol de
maestra que me hace, después de estar más de 16 años
trabajando, entender que no hay mayor discapacidad que la
exclusión y la segregación. Y por último, y quizás el más
importante, el rol de madre, un rol que me lleva hasta el
infinito, un rol que me hace sentir la impotencia de muchas
familias cuando se sienten discriminadas, criticadas y, en
algunos casos, utilizadas. Y sí, bravo por esas madres y
esos padres que mueven todo lo que tengan que revolver para
conseguir el bienestar integral de sus hijos e hijas. Ese
bienestar no pasa por tener que escolarizar siempre al menor
en el centro de Educación Especial, aunque a la larga sea
así, ese bienestar pasa por poder celebrar un cumpleaños con
sus iguales, poder ir a un parque y que sea reconocido o
reconocida por el resto de los niños, o que tenga derecho a
natación. Es sentirse aceptado o aceptada.
El problema viene cuando el centro de Educación Espacial es
el único que ofrece seguridad, es entonces cuando se
desvirtúa el sentido de la educación inclusiva, pero no por
esa protección, se desvirtúa porque no se exige a ciertos
colegios ordinarios. Ya lo he dicho, actitud es la palabra
que más puede definir la posibilidad de hacer que un Centro
Público sea inclusivo y acepte la diversidad. Cierto es que
falta personal, que las aulas tienen las ratios muy
elevadas, que no hay recursos materiales ni formación
obligatoria suficiente para saber manejar, por ejemplo, un
Sistema Aumentativo y/o Alternativo de Comunicación, y que
estamos más centrados en el cumplimiento de las competencias
puramente curriculares y de las normas establecidas de “lo
correcto”, que de los valores de humanidad y pluralidad. Se
nos olvida enseñar a ser y a respetar, por culpa de una
sociedad movida por la excelencia de la disciplina.
Puede que esta opinión sea muy personal, pero prefiero la
dulzura de una niña que le cuesta mantenerse sentada en un
aula ordinaria, con niños y niñas de su edad, porque tiene
Trastorno Generalizado del Desarrollo, que la frustración
del docente por no poder sentarla. El truco no está en no
permitir que se levante, la estrategia está en darle lo que
necesita según sus potencialidades y en hacer que el resto
de sus compañeros la acepten tal y como es, ese será el
mejor valor que se puede enseñar para el futuro.
Pero no, al final caemos en la trampa del orden establecido
y acabamos apartando a quienes no siguen la línea de lo
normal, ¿y qué es lo normal? Dímelo tú. Y en este contexto
es muy difícil luchar contra una sociedad que te rechaza,
que no te comprende, o te trata con lástima. Cuando algo no
funciona, en esta caso la integración, la persona
perjudicada no puede ser siempre el niño o la niña. Yo no
digo que se perjudique por ir a San Antonio, colegio al que
adoro, digo que se castiga porque es más fácil trasladar
expediente que innovar, dotar y exigir. Quizás como madre
también tendría ese dilema, quizás como madre también me
dejaría aconsejar y acabaría eligiendo protección y
Educación Especial, antes que inclusión. No lo sé, pero lo
que sí sé es que, como parte de un partido político, haré
todo lo que esté en mis manos para que esta situación cambie
y para que la Educación Especial también se dé con la misma
perfección e ilusión en el resto de los colegios de nuestra
ciudad. Por eso hay que crear una comisión técnica de
Atención a la Diversidad dentro de la Dirección Provincial,
al fin de garantizar la inclusión del alumnado con
necesidades de apoyo educativa, y flexibilizar las
modalidades de escolarización para que todo no sea blanco o
negro.
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