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OPINIÓN - LUNES, 30 DE NOVIEMBRE DE 2015

 
OPINIÓN / COLABORACION

La inclusión del alumnado no es una opinión es un derecho

Por Sandra López Cantero


El valor y la dignidad de las personas, el derecho a la inclusión, la normalización, la sectorización y la socialización, están por encima de todos los argumentos justificativos que impiden poner en práctica estos principios. Si tuviera un objetivo que cumplir sería la sensibilización, no hay nada más importante que sensibilizar y hacer que la gente empatice. Si logramos ponernos en la piel de la otra persona y en una situación concreta crearemos actitud, y no hay nada como la actitud para que la inclusión funcione. La escuela no son compartimentos cerrados y rígidos. Caja blanca y caja verde, la escuela no es seguir la corriente de un río, la escuela es el reflejo de la sociedad y no existe una sociedad más enriquecedora como la que atiende a la diversidad. Ahora mismo puedo hablar desde tres roles, el rol de pertenecer a un partido político que me hace ser exigente con él, exigente para hacer cumplir la Ley de inclusión, por ejemplo. El rol de maestra que me hace, después de estar más de 16 años trabajando, entender que no hay mayor discapacidad que la exclusión y la segregación. Y por último, y quizás el más importante, el rol de madre, un rol que me lleva hasta el infinito, un rol que me hace sentir la impotencia de muchas familias cuando se sienten discriminadas, criticadas y, en algunos casos, utilizadas. Y sí, bravo por esas madres y esos padres que mueven todo lo que tengan que revolver para conseguir el bienestar integral de sus hijos e hijas. Ese bienestar no pasa por tener que escolarizar siempre al menor en el centro de Educación Especial, aunque a la larga sea así, ese bienestar pasa por poder celebrar un cumpleaños con sus iguales, poder ir a un parque y que sea reconocido o reconocida por el resto de los niños, o que tenga derecho a natación. Es sentirse aceptado o aceptada.

El problema viene cuando el centro de Educación Espacial es el único que ofrece seguridad, es entonces cuando se desvirtúa el sentido de la educación inclusiva, pero no por esa protección, se desvirtúa porque no se exige a ciertos colegios ordinarios. Ya lo he dicho, actitud es la palabra que más puede definir la posibilidad de hacer que un Centro Público sea inclusivo y acepte la diversidad. Cierto es que falta personal, que las aulas tienen las ratios muy elevadas, que no hay recursos materiales ni formación obligatoria suficiente para saber manejar, por ejemplo, un Sistema Aumentativo y/o Alternativo de Comunicación, y que estamos más centrados en el cumplimiento de las competencias puramente curriculares y de las normas establecidas de “lo correcto”, que de los valores de humanidad y pluralidad. Se nos olvida enseñar a ser y a respetar, por culpa de una sociedad movida por la excelencia de la disciplina.

Puede que esta opinión sea muy personal, pero prefiero la dulzura de una niña que le cuesta mantenerse sentada en un aula ordinaria, con niños y niñas de su edad, porque tiene Trastorno Generalizado del Desarrollo, que la frustración del docente por no poder sentarla. El truco no está en no permitir que se levante, la estrategia está en darle lo que necesita según sus potencialidades y en hacer que el resto de sus compañeros la acepten tal y como es, ese será el mejor valor que se puede enseñar para el futuro.

Pero no, al final caemos en la trampa del orden establecido y acabamos apartando a quienes no siguen la línea de lo normal, ¿y qué es lo normal? Dímelo tú. Y en este contexto es muy difícil luchar contra una sociedad que te rechaza, que no te comprende, o te trata con lástima. Cuando algo no funciona, en esta caso la integración, la persona perjudicada no puede ser siempre el niño o la niña. Yo no digo que se perjudique por ir a San Antonio, colegio al que adoro, digo que se castiga porque es más fácil trasladar expediente que innovar, dotar y exigir. Quizás como madre también tendría ese dilema, quizás como madre también me dejaría aconsejar y acabaría eligiendo protección y Educación Especial, antes que inclusión. No lo sé, pero lo que sí sé es que, como parte de un partido político, haré todo lo que esté en mis manos para que esta situación cambie y para que la Educación Especial también se dé con la misma perfección e ilusión en el resto de los colegios de nuestra ciudad. Por eso hay que crear una comisión técnica de Atención a la Diversidad dentro de la Dirección Provincial, al fin de garantizar la inclusión del alumnado con necesidades de apoyo educativa, y flexibilizar las modalidades de escolarización para que todo no sea blanco o negro.
 

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