Las simulaciones de riesgo pueden parecer una broma para
algunos, pero para los especialistas no lo son. Ayer se
vivía, a las doce del mediodía en el edificio de la
Biblioteca ‘Adolfo Suárez, en la zona céntrica de la ciudad.
En el momento en el que empieza a sonar un pitido de alarma,
comienza la evacuación. El supuesto es que se ha producido
un incendio en la segunda planta del edificio, normalmente
ocupada por niños. Según José Antonio Alarcón, director del
centro, allí se pueden congregrar más de 500 personas a
diario. La situación de riesgo se produce en la zona más
vulnerable.
En la acción participan de manera de forma visible efectivos
de la Policía Local, aunque de forma colateral también
habían fuerzas del Cuerpo Nacional de Policía, en zonas no
tan visibles.
La respuesta se produce como si se tratara de un caso real:
ésto es, los Bomberos están en el Parque y reciben una
llamada canalizada desde el 112.
Se activa el protocolo y es el sargento Luis García quien se
ocupa de coordinar todo. A pesar de la distancia, hay
suerte, puesto que a esa hora no hay demasiado tráfico por
las calles de la ciudad, de manera que los primeros
efectivos de bomberos llegan en aproximadamente unos cuatro
minutos y medio. En total movilizan a casi una quincena de
personas.
Dos vehículos de carga de agua, autobombas, así como un
vehículo muy pesado con escala y también un coche de mando,
de penetración, como ellos les llaman.Mientras se produce
una evacuación de todo el personal que está en el centro.
Advertidos de que se trataba de un simulacro, actuaban con
cierta sorna, pero lo hicieron bien. Los pequeños, de la
segunda planta, también habían sido advertidos de lo que iba
a ocurrir. Salieron en fila, todos cogidos a una cinta de
seguridad. Se produjeron momentos de hilaridad, puesto que
los chiquillos, espontáneamente, cantaban “¡Simulacro!”,
divertidos, pero haciéndolo muy bien bajo la supervisión de
personas expertas.
Mientras, agentes de la Policía Local acordonan toda la zona
y evitan que las personas se acerquen al edificio, la
prioridad es que los niños no estén cerca de la zona de
riesgo.
Llegan los bomberos. El protocolo de actuación es complejo y
requiere de unas grandes dosis de profesionalidad,
coordinación y también, por qué no decirlo de valentía.
Según explican expertos para EL PUEBLO, hay un primer equipo
que entra en el lugar de los hechos, con una manguera de
cuarenta metros. Ellos son los que evalúan en primer término
la gravedad de lo que pudiera estar ocurriendo. Son capaces
de monitorizar, lo que sirve de una extraordinaria ayuda
para las personas que coordinan y los equipos de apoyo. El
segundo equipo entra en acción si es preciso. Se supone que
sí, y lo hacen.
Un tercer equipo es el que tiene preparada la escala de
acceso, de forma que si se produce una situación en la que
hay que actuar rompiendo ventanas y entrando por pisos
superiores, lo van a hacer.
Colateralmente, ya se están evaluando otro tipo de riesgos,
como podrían ser los de explosiones relacionadas con el
incendio o bien la extensión del mismo a edificios anexos.
En el simulacro se encontraban presentes algunas
autoridades, como el portavoz y consejero de Presidencia y
Gobernación, Jacob Hachuel, y la consejera Mabel Deu.
Todos ellos estuvieron muy atentos al desarrollo de los
acontecimientos y pudieron comprobar la excelente actuación
de los efectivos del Parque de Bomberos.
Normalmente, en cada vehículo va un cabo, un conductor y
tres bomberos. Todos ellos tienen una formación
extraordinariamente especializada y ello les hace
merecedores de la mayor de las consideraciones.
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