Impotencia, rabia y desesperación , así me siento yo cada
vez que intento poner un poco de orden al desorden provocado
por quienes utilizan el fanatismo y el totalitaris-mo para
imponer el terror, pero también me siento que pertenezco a
una sociedad inútil que lejos de buscar la causa y el origen
de todo lo que está pasando no sólo en Francia, también en
Siria, Iraq, Afganistán, Nigeria, lo que pasó en España el
11M, se enquistan en una posición cómoda y, a veces, poco
inteligente para sembrar, en la mayoría de las ocasiones, un
interés xenófobo y capitalista.
En estos días he escuchado de todo y de todos, y es difícil
hacer un análisis en pro-fundidad sin herir ninguna
sensibilidad, sé que el tema es complicado pero no por ello
debe de ser
silencioso. ¿Por qué nadie se atreve a decir claramente lo
que todo el mundo sabe pero no quiere ver? Hace poco me
acusaron de defender a Daesh por decir , de una manera
rotunda y clara, NO a la guerra, o me intentaron sacar de la
ecuación socialis-ta cuando en un principio se pensaba que
el PSOE estaba a favor de llevar las tropas a Siria. Por
cierto, si el PSOE hubiera dicho que sí, no cambiaría
ninguna coma de mi posicionamiento. La política no es un
dogma que tienes que seguir a costa de tus pro-pios valores.
La política es mucho más que eso, y quienes piensan
que porque lo ha dicho mi Secretario General debo de asumir
una incongruencia con mis valores, es que no me conocen o no
entienden para qué sirve la política socialista.
Voy a intentar decirlo otra vez y de una manera más
templada, de esta forma se ente-rará todo el mundo que se
haya parado a leer estas línea s. Condeno el terrorismo que
rechaza nuestros valores de libertad y democracia, pero
apelo a la responsabilidad y a la disipación de la doble
moral que hace que alimentemos, a la vez, este terrorismo.
Los mismo países que se lamentan y bombardean son los que
subvencionan a estos grupos terroristas. ¿Y si dejamos de
vender armas? ¿Y si dejamos de colaborar con Arabia Saudí?
Maldigo a quienes han hecho el masacre en Paris, pero
también maldigo a quienes por omisión o acción han provocado
el enredo en Oriente Medio que provoca miles de muertos y
cientos de miles de personas refugiadas, refugiados y
refugiadas que luego criminalizamos y les cerramos las
puertas.
Recientemente leí un artículo ¿Por qué los jóvenes se hacen
terroristas? Y sí, Ceuta también es culpable de las
subvenciones que se destinan sin control y de las
des-igualdades que ello provoca.
Por lo tanto, simplemente basta un poco de afinidad con la
igualdad para afirmar que el petróleo no sólo llena
nuestros coches de combustible sino que también envenena la
mente.
Y no, Daesh no es un Estado y mucho menos es islámico. Estoy
segura que no soy la única a quien le tiembla el pulso
cuando escucho comentarios de rechazo hacia la población
musulmana, población que ha salido a repudiar el terrorismo
y el fanatismo ‘La guerra contra el terror’. Un terror donde
los musulmanes, pese a quien le pese, son las principales
víctimas y es aquí donde, una vez más, me siento orgullosa
de la actuación del PSOE para luchar contra la islamofobia y
el cuidado del lenguaje.
Como feminista siempre he pensado que el lenguaje sí es
importante, no sólo en el género, también cuando la sinrazón
se apodera del odio y la confusión.
A partir de ahora hablemos de terrorismo y no de yihadismo,
ni de islamismo.
Y no, no es utopía es justicia.
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