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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 18 DE NOVIEMBRE DE 2015

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

R.I.P. Aquí Yace Europa

Por Jesús González


Quien haya estado atento a los discursos de los políticos y prebostes europeos después de la matanza de París (¡en el nombre de Allah, el Misericordioso!) habrá notado sin dificultad que en todos ellos se trataba de no ofender al Islam, involucrándolo en la matanza, así como de evitar el ascenso de la extrema derecha europea, es decir, que la extrema derecha no aprovechase la matanza para aspirar a dar un vuelco político en los países europeos. Pareciera que los muertos en el atentado pasaban a un segundo plano. Total, ya estaban muertos, nada se podía hacer por ellos, salvo contarlos, identificarlos y enterrarlos. Así, estos días, hemos asistido a tertulias en las que si algún contertulio iniciara una leve crítica al islam y/o a sus alrededores, o intentaba relacionar de algún modo los atentados de París con el islam, rápidamente, interrumpían al contertulio para advertirle, con cierta gravedad y circunspección, que el islam es una “religión de paz”. Faltaría menos. Una vez vueltas las aguas a su cauce políticamente correcto, la tertulia discurría por cauces previstos, trillados y por lugares comunes. Eso sí, mucha descripción de los acontecimientos y casi nula valoración de los mismos.

A este respecto, cabría traer aquí la opinión autorizada en estas cuestiones del politólogo Antonio Elorza, que ha escrito que el islam no será una religión de violencia, pero en modo alguno es una religión de paz. ¿Entonces por qué esa insistencia? Pues se trataría de repetir hasta la saciedad un concepto –“religión de paz”– para instalar e instilar en la conciencia y en el ánimo de los ciudadanos algo dudoso y carente de verosimilitud histórica. El ciudadano, como no es tonto, se da cuenta de que cuando se hace una crítica del cristianismo –de alguno de sus dogmas, de la virginidad de la Virgen, del Papa, etcétera– nadie de los presentes se pone nervioso ni interrumpe al osado contertulio, advirtiéndole que el cristianismo es una “religión de paz”, o que Europa se ha configurado en base al cristianismo, o que el cristianismo ya no es el de las Cruzadas, por ejemplo. Tanta insistencia en la “religión de paz” es, en definitiva, un artilugio lingüístico que la élite político-mediático-religiosa enarbola para referirse al islam porque sabe que los islámicos de ninguna manera van a aceptar que se les haga una crítica a su religión, a su corán, o a su sharia. Romperían la baraja. En una palabra, el miedo hace que los políticos se la cojan con papel de fumar. Así, nos recuerda Italo Svevo, en ‘La conciencia de Zeno’, que “cuando son ardientes, las palabras queman a quien las ha pronunciado”. A este respecto, hacer una crítica del islam y/o sus alrededores les quema sobremanera a los políticos europeos. Hasta tal extremo de derribo y de desvergüenza han llegado los políticos de los países europeos y de la UE que no se dan cuenta de que ese miserable pacifismo europeo es una concesión a la barbarie, como nos lo recuerda André Glucksman.

Parece que no hemos aprendido nada desde la otra matanza en París, en enero de este año, la de los periodistas de Charlie Hebdo y la de los judíos. Lo único similar en ambas matanzas es que el islam, dicen, no tiene nada, absolutamente, nada que ver, que hay que evitar el racismo y la xenofobia para que la extrema derecha no ascienda en las preferencias políticas de los ciudadanos y que vivimos en una sociedad abierta y libre y, por tanto, somos muy vulnerables. Y que podemos contraponer nuestros valores, nuestros derechos humanos y nuestra libertad, en suma, nuestra civilización, a la barbarie de los terroristas. “Que no nos vamos a rendir, que vamos a ganar”. Pues qué bien, menos mal, me quita usted un peso de encima, amigo. ¡Uf!, es un consuelo y un alivio. Pero siguen matándonos como conejos, eso es lo único cierto aquí. En ambas matanzas, la de enero y la de ahora, los ciudadanos depositan velas, flores y escritos en los lugares en donde se abatieron a las víctimas, pero esos mismos ciudadanos son incapaces de exigir seguridad y firmeza a quienes los gobiernan, tan solo se conforman, se consuelan, con llevar flores, velas y depositar cartas. Los discursos miserables de los políticos europeos los han atontado, obnubilado y convertido en borregos, incapaces de pensar por sí mismos y de exigir lo que los políticos europeos se niegan a hacer: cerrar las fronteras y ejercer una vigilancia feroz en esas mezquitas y en esos imanes que instilan odio en las mentes y en los corazones de los musulmanes incitándolos a las matanzas para acabar con todo lo que nos configura como pertenecientes a la civilización occidental.

Dentro de unos pocos días asistiremos a una macro manifestación por las calles y bulevares de París, exactamente, como la que hubo en enero cuando la matanza de Charlie Hebdo y la de los judíos. Como en aquella manifestación, en ésta, podremos ver a todos los políticos de los países europeos y a los de la UE del brazo de los embajadores y cónsules de los países islámicos acreditados en Francia. No pocos de estos países islámicos alientan de una u otra forma la no integración de los musulmanes en la sociedad francesa y europea, y costean escuelas coránicas en suelo europeo, recintos en donde se introducen en las cabezas de los pequeños consignas malignas y perversas, incitándoles a la destrucción de los países que los han acogido con afecto. Unos y otros son los artífices de la destrucción de Europa.

La necia clase política sigue sin entender y sin comprender que toda esa retahíla de “nuestros valores”, “nuestra libertad”, “nuestros derechos humanos”, “nuestra libertad de expresión”, “nuestro espíritu crítico”, son “estúpidos fetiches” ajenos a muchos musulmanes, y sobre todo para los terroristas islámicos, que campan a sus anchas por los países europeos. Así, en cuanto esos musulmanes presienten que se les hace una crítica a su religión, a su manera de entender el mundo, a sus costumbres, etcétera, se sienten víctimas y obvian que en las sociedades occidentales todo eso forma parte de nuestra manera de entender la libertad de opinión, de expresión, y de un estilo de vida en las sociedades abiertas y libres, en donde el ciudadano hace manifestación de su espíritu crítico. Esa fue la causa del asesinato de Theo Van Gogh, por haber hecho uso de su libertad de opinión, de expresión y de su espíritu crítico.

Lo cierto es que la canciller Merkel, en unión de la estúpida clase política europea, incluida la UE, ha abierto las puertas de Europa de par en par por donde han entrado ya más de ochocientos mil afro-asiáticos, la inmensa mayoría de ellos musulmanes. Esa es una manera de entregar Europa al islam. Ellos, Merkel y sus adláteres, saben que esa política de puertas abiertas es un intento de extender la influencia del islam a través de una “dominación demográfica de los pueblos nativos de Europa”. Por ello, el ideal de la élite político-mediática no es, en realidad, como pregona, la libertad, es el apaciguamiento y el diálogo con las ideas ajenas, ideas que entran a Europa de la mano de esos musulmanes a los que se les ha permitido la entrada a través de las fronteras abiertas.

Europa se rinde, es cierto. Europa se rinde ante el cambio demográfico y cultural que están protagonizando el islam y el islamismo. Ante este hecho, no pocos europeos han aceptado una miserable servidumbre voluntaria, como algo irremediable, o, aún peor y más increíble, como si esos cambios fueran un progreso, un avance, por eso, Europa ha optado por la “rendición preventiva”. La civilización es una apuesta doble: “contra el que la niega y la amenaza con aniquilarla” –como está sucediendo en estos momentos en Europa con el islamismo fundamentalista–; “y contra sí misma, muy a menudo cómplice de su desaparición” –como sucede con los políticos europeos, con la Merkel como lideresa, que son ejemplos de traidores a sus países y a la civilización occidental–. Así, el enemigo de Europa es ella misma. Europa, visto lo visto, se está suicidando a un ritmo constante, de manera que las futuras generaciones bien podrían decir “R.I.P. Aquí Yace Europa”.
 

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