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OPINIÓN - MARTES, 17 DE NOVIEMBRE DE 2015

 
OPINIÓN / COLABORACION

Miente quien diga que Ceuta es una ciudad accesible

Por Sandra López Cantero


El Gobierno de la Ciudad tiene muchas asignaturas pendientes, la accesibilidad es una de ellas. Resulta curioso observar cómo acuden a visitar una exposición, un stand o cualquier acto que se celebre en beneficio de estas personas, pero luego son inca-paces de gestionar o hacer políticas inclusivas. Una vez me preguntaron qué sería lo primero que haría si tuviera la opción de poder tomar algún tipo de decisión que afec-tara a Ceuta y no lo dudé, las personas con algún tipo de diversidad funcional tendr-ían los mismos derechos que el resto de las personas de Ceuta.

Es inmoral saber que no existe igualdad de oportunidades y crea mucha desazón comprobar las dificultades a las que tienen que hacer frente muchas familias para po-der acceder a la mayoría de los recursos de la ciudad. Acceder, sí, porque luego hay otros aspectos que son inviables para ellos y directamente se privan de su uso.

Pensemos en cualquier estación del año, en cualquier fiesta, en cualquier ámbito de nuestras vidas. Pensemos o, mejor dicho, pongámonos en su piel, en sus piernas, en sus necesidades y en sus sentimientos. Empaticemos.

No sé si es porque trabajo en un centro de Educación Especial con niños y niñas que viven en sillas de ruedas, y el verlos todos los días hace que me invada la impotencia cuando noto tantas cabezas vacías de ideas envueltas en proyectos hechos sin el más mínimo sentido, ya no de la legalidad, de la moral. ¿De qué sirve una Comisión de Accesibilidad, una Ordenanza, o un Plan de Discapacidad, si luego son torpes para hacer de ello un compromiso ineluctable? Con cubrir expedientes y dar subvenciones creen que tienen suficiente, pero ¿quien ayuda a María que vive sola con su hija para que ésta se pueda bañar en la playa?¿Quién convence a Lucas de que esos colum-pios son peligrosos para él? ¿Quién enseña a Lucía cómo esperar en el Hospital sin pictogramas que se lo anticipen? ¿ Cómo compra Julia en una tienda o cómo acude Mustafa al cine si la entrada tiene escaleras y tiene que entrar por los laterales, para luego encontrarse con el problema de que los baños del cine están arriba o que tiene que ver la película en el pasillo?

Justamente el viernes, después de pasar una semana muy intensa en un colegio dónde el Ministerio no cubre los recursos que se necesitan y dónde observas que la inclusión es un ideario de manual improbable de asumir por falta, sobre todo, de acti-tud y concienciación, te llega la queja de una madre que ha visto como le han quitado el aparcamiento que tenía para poder llevar a su hijo a terapia, porque la Ciudad ha considerado más importante reservar esa zona para cuatro matrículas de honor, su-puestamente para cuatro coches oficiales. Si alguien tiene que irse lejos del ayunta-miento y de la Gran Vía que sean las personas con discapacidad, no los políticos. Han rectificado, sí, pero cuando se ha hecho pública la denuncia.

Pasear por una barriada es una odisea propia de Record Guinness, pero no sólo eso: ¿Se está cumpliendo el porcentaje de contratación en las empresas, y en el caso que se esté contratando, están teniendo en cuenta a las personas con movilidad redu-cida? ¿Se cumple el convenio respecto a la retransmisión de las noticias en Lenguaje de Signo? ¿Está la piscina municipal adaptada? El alumnado de San Antonio tuvo que dejar de ir. ¿Qué recursos cuenta la Ciudad para las personas con algún tipo de diversidad funcional a partir de los 21? Actualmente, ¿sabe la Ciudad la cantidad de personas que se quedan en sus casas por no disponer de un programa alternativo en condiciones? ¿Percibe la Ciudad que tampoco existe ningún programa de respiro fami-lia para que pueden bajar y subir a una persona con movilidad reducida de un domici-lio sin ascensor para ir al colegio? ¿Cómo pudieron permitir dar la licencia de apertura al Teatro del Revellin sin las condiciones de accesibilidad? No todas las personas con movilidad reducida están capacitados para estar en la parte de arriba, puesto que al-gunas de ellas tienen otras deficiencias asociadas y a esa altura se dificulta la visibili-dad y la audición. Además, ¿sabe la Ciudad que existen personas que han tenido que utilizar el montacargas para subir porque no es accesible el ascensor y hay determinadas sillas adaptadas que no en-tran? ¿Sabe la Ciudad que siguen negando el acceso a las personas con autismo a los programas de hidroterapia? ¿Dónde está la campaña de información que la Ciudad iba a realizar para el deporte adaptado? ¿Sabe la Ciudad que tenemos más de cien menores en listas de espera porque no pueden acceder al IMSERSO, o que actual-mente son muchas las familias que no pueden pagar las sesiones que ofrecen los cen-tros privados para trabajar la atención temprana? ¿ Cómo entran las personas que van en una silla en los baños de la Marina si tienen un escalón? ¿Sabe el Gobierno que el ascensor del poblado marinero está obstaculizado porque hay una terraza, no funcio-na nunca o lo usan para subir mercancías? ¿Han corregido ya las deficiencias de la Facultad para entrar, por ejemplo, al salón de actos o a la cafetería? ¿De qué sirve la rampa del autobús si luego choca con la acera y no se puede abrir?

En fin, podría pasarme describiendo infinidad de situaciones y de puntos negros que existen en una ciudad que sólo vende los viajes a FITUR y sus acuerdos firmados con la Plataforma Representativa Estatal de Personas con Discapacidad Física, pero voy a reservar mis energías para luchar para que estos tropiezos se conviertan en derechos, aunque tenga que sacar los colores más de una vez a quienes no son capaces de mirar desde la perspectiva de la diversidad.
 

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