Jóvenes españoles yihadistas con
edades entre 15 y 29 años. Este es el perfil de la mayoría
de los detenidos en España desde 2013 por delitos
relacionados con el terrorismo yihadista y de ellos, el 39%,
son ceutíes de nacimiento. El perfil de estos detenidos está
claramente definido. En su mayoría se trata de jóvenes
nacidos en barrios deprimidos y marginales, sin estudios y
sin trabajo, que no tienen un futuro digno en su horizonte
más cercano. Sin ilusión y sin ninguna perspectiva atractiva
que les anime, son presa fácil de la propaganda yihadista
que les ofrece ser ‘guerreros’ y ganarse la gloria eterna en
una lucha que la mayoría ni siquiera comprender. Además, les
ofrecen un sueldo e incluso mujeres. Una propuesta que, por
muy deleznable que pueda parecer, para quien no tiene nada
puede ser la puerta que necesitan que se abra para escapar
de un presente en el que están condenados a malvivir.
Esta falta de perspectivas es la que sufren muchos jóvenes
españoles, pero sobre todo de ceutíes, ya que en la ciudad
autónoma tres de cada cuatro no trabajan, y muchos ni
siquiera han terminado los estudios básicos. Se sienten
marginados, olvidados y el dolor por creerse ajenos a la
sociedad en la que viven les lleva a anidar rencor hacia un
sistema que no les entiende. Luego, a algunos, los atrapan
las redes yihadistas y se van a luchar a Siria o buscan la
manera de hacerlo en Occidente. Pero es su país de origen,
la democracia en la que viven, la que debe darles un futuro
digno por el que luchar. Unas perspectivas de trabajo, de
poder formar una familia, y de tener su propio hogar, que
les recuerde que son españoles y que la democracia tiene
mucho más que ofrecer que morir en una lucha de terror. Con
un futuro estable y confortable, nadie buscará gigantes en
los molinos.
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