En esta semana nos enfrentamos a uno de los plenos más
importantes del año, y por ser el primero de esta
legislatura, debería ser también el que marcara las líneas
maestras que el Partido Popular quiere desarrollar en los
próximos cuatro años, el miércoles el Pleno sobre los
presupuestos consolidados de la Ciudad y todos sus
organismos y sociedades municipales.
Un documento que debería haberse entregado con mayor
celeridad a los partidos de la oposición, para que
pudiéramos estudiarlos con profundidad, pues tenemos la
obligación de nuestros electores de fiscalizarlos; no es que
nos quejemos porque se los hayan entregado antes a los
medios de comunicación, ya sufrimos esos tics dictatoriales
con los que algunas veces saltan los concejales del Partido
Popular, o que en la confianza de que son mayoría absoluta
van a aprobarlos sin necesidad de tener que justifica ningún
dato; su prepotencia los hace “invencibles”, por ahora. Sino
que nos hubiera gustado poder analizarlos más a fondo, por
saber si en ellos hay algo de verdad.
Entiendo que los Presupuestos deben contemplarse como una
herramienta en la que los y las vecinas vean reflejados sus
problemas, sus inquietudes, incluso que vean en ellos una
posibilidad, sino de solucionar sus problemas, si de
mitigarlos o de iniciar el camino que los resuelva de una
forma definitiva.
Sin embargo el Partido Popular entiende este documento como
un mero trámite, quizás como el cáliz amargo del que han de
beber y cuanto antes pase el mal trago mejor. No desean
discutir sobre ellos, ni siquiera que los y las ceutíes
participen de ellos. ¿Para qué vamos a hablar de
Presupuestos Participativos? No consiste en que sean ellos
los y las vecinas, los que tomen la decisión sobre la
totalidad de las cuentas, puesto que es una tarea imposible
incluso para el Sr. Vivas cuando cerca del 80% de los gastos
ya están fijados, sino conocer en qué desearían gastar parte
de esos presupuestos, qué prioridades tienen. Bueno, mejor
no pregunta, porque serían tantas, hay tantas cosas por
hacer…
Una vez pasado el mero trámite plenario nos dirán, como los
quince años anteriores, que sirven como un guante para la
situación en que se encuentra nuestra Ceuta, que mantienen
el equilibrio financiero, que mantienen el empleo público,
que mantienen el esfuerzo inversor, que mantienen el empleo
público, que crean riqueza. Mentira tras mentira que han ido
condenando a nuestra ciudad a liderar los índices de
desempleo, abandono escolar o pobreza. Lo único que
mantienen es el empleo de su Corte de los Milagros ¡Esos son
sus logros!
Se ha abierto una gran brecha entre dos partes de la
sociedad, aquellos agraciados que logran mantener un empleo,
cada vez más difícil pues hasta el empleo público que dice
mantener el Desgobierno del Sr. Vivas lo reduce año tras
año; y aquellos que no consiguen ni siquiera un lugar en los
planes de empleo. Aquellos a los que la inacción del
Desgobierno los condena a la exclusión, a la pobreza.
Un documento que el Sr. Vivas, con sus artimañas contables y
su ingeniería financiera ha convertido en el más grande de
los engaños, incluso tienen la desfachatez de señalar que el
año que viene van a realizar lo que dicen esos falsos
papeles que nos presentan y lo que no han hecho este, pero
no explican por qué no han desarrollado las inversiones que
prometieron el año pasado y cómo piensan afrontarlas el que
viene. Piensan que los y las ciudadanas son como niños que
se creen sus palabras, como si fueran los Reyes Magos.
Para nuestro Movimiento, los Presupuestos deberían ser la
herramienta que iniciara el cambio de la situación en la que
se encuentra nuestra economía, el medio por el que darle el
empujón que necesita para volver a crear riqueza, que
origine nuevas oportunidades para nuestros y nuestras
jóvenes, que les permita quedarse entre nosotros y no verse
obligados al exilio al que les condena este Desgobierno. Por
eso a través de nuestro grupo municipal intentaremos aportar
a los presupuestos ideas y proyectos que al menos hagan
soñar a nuestros vecinos y vecinas con la posibilidad de un
fututo en Ceuta, en el que nunca ha creído el Sr. Vivas.
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