Decía Antonio Machado que “en
España, de diez cabezas, nueve embisten y una piensa”. Todos
estamos consternados tras lo sucedido en París. No hay
palabras para expresar la repulsa que cualquier ser humano
con un mínimo de decencia debe sentir ante un acto de
semejante barbarie. Algunos hemos optado por expresar
nuestras condolencias, sentarnos y pensar. Otros, los más,
parece que han querido darle, otra vez, la razón al autor de
“Campos de Castilla”, prefiriendo la embestida, el insulto y
la cerrazón como aparente muestra de solidaridad con las
víctimas. Son los que buscan cualquier excusa para dar
rienda suelta a su excitación narcisista y a su esencia
violenta e irracional.
Podemos ha rechazado formar parte del llamado “pacto
antiyihadista”. Yo estoy en Podemos y debo decir que me
siento orgulloso de la decisión tomada. Ahora es cuando los
embestidores de Machado considerarán que yo, un ceutí,
español y ateo que nada sabe de los contenidos de ningún
fundamentalismo, debo de estar a favor de que unos salvajes
que dicen matar en nombre de un dios entren en una sala y
ametrallen a decenas de personas. Con esta panda no se puede
dialogar. Son tan fanáticos como aquellos que dicen odiar.
Lo cierto es que el contenido del pacto no sólo es rechazado
por Pablo Iglesias. Ya en su día, cuando PP y PSOE lo
firmaron en febrero, Amnistía Internacional alertó sobre una
vaguedad a la hora de definir el delito de terrorismo que
“podría llevar a la arbitrariedad (…), a sancionar protestas
y conductas que no tienen naturaleza terrorista (…) o a que
el Estado pudiera reprimir actos pacíficos o limitar
derechos humanos”. Ahora, yo pregunto: ¿acaso un demócrata
puede estar de acuerdo en firmar algo así? La respuesta es
obvia: NO. Otra pregunta: ¿tan difícil es entender que
aunque estemos de acuerdo en el problema es legítimo estar
en desacuerdo en la forma de combatirlo? Parece que aquí,
por desgracia, la respuesta es SÍ.
Una de las características de la democracia debe ser la
condición garantista de la legislación penal. Podemos ha
dado una lección de responsabilidad y de compromiso con los
valores democráticos, manteniendo la cabeza fría y no
dejándose llevar por las entrañas. Porque los hombres y
mujeres de estado no hacen política a partir de las
vísceras, sino con la cabeza y desde la razón. No hay mayor
satisfacción para un terrorista que la de ver a una
democracia renunciar a parte de sus libertades en pos de una
seguridad que es imposible obtener endureciendo códigos
penales. Nada mejor para que un terrorista obtenga pupilos
que continuar con la lógica suicida y destructiva que ha
imperado en la geopolítica de los últimos años. No se puede
combatir un fanatismo que se nutre del caos y la locura
propiciados por las guerras produciendo más caos, más
locura, más guerra.
Julio Rodríguez, ex JEMAD y actual candidato de Podemos al
Congreso, ha publicado un artículo magnífico en el diario El
País. En palabras del antiguo Jefe de los militares
españoles, “lo que Europa necesita para garantizar la
seguridad de sus ciudadanos es un nuevo enfoque que supere
la estrategia belicista que Bush bautizó como “guerra contra
el Terror” y que no deja de revelarse como un estrepitoso
fracaso. (…) Ni podemos ser derrotados por el terrorismo ni
podemos vencer al terrorismo por vías exclusivamente
militares”.
Los que creen que demuestran más dolor e indignación
diciendo o escribiendo la mamarrachada más bárbara proponen,
faltaría más, echar mano de los aviones de combate y cerrar
las fronteras. Estilo Marine LePen, cuyo rédito electoral
entre unas clases populares francesas comprensiblemente
conmocionadas habrá subido como la espuma en las últimas
horas. La extrema derecha hace su agosto en estas tragedias.
Toda esta forma de entender el conflicto no es sólo inmoral
e indecente, sino profundamente ineficaz, pues nada se
solucionará invadiendo países. Por cierto, si hubiera que
hacer la guerra contra algún país, tal vez convendría
empezar por Arabia Saudí, financiador de ISIS. Bueno, igual
sería suficiente con dejar de venderle armas. No deseo
extenderme más, así que para terminar, dos breves
aclaraciones:
1-Los musulmanes son las principales víctimas de ISIS.
2-Los sirios que llegan aquí lo hacen, en gran parte,
huyendo de ese mismo terror.
Promulgar la islamofobia o la xenofobia nos sitúa más cerca
que lejos de los terroristas. Muchos deberían reflexionar
acerca de estas cuestiones. Por Machado.
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