Lo ocurrido en París es la
expresión más dura del horror y de la creciente amenaza que
el terrorismo yihadista supone en la actualidad para
humanidad entera. Una pesadilla de violencia, terror y
miedo. No se trata solo de un ataque contra Francia, es un
ataque contra nuestro modelo de vida y de libertades. Es un
ataque contra todos nosotros. Los atentados terroristas han
dejado imágenes desgarradoras. No hay palabras para
describir el horror. Los terroristas están poniendo en
discusión lo más precioso que tenemos, nuestra paz, nuestra
libertad y nuestra vida. Están atacando nuestro modo de
vivir. Por ello, es esencial la unión de todos en la lucha
contra el terrorismo y para luchar contra las redes que
contribuyen a organizar cosas como la ocurrida en París.
Sin embargo, conviene reiterar que el islam no es
terrorista, insistamos en ello. Al contrario, el terrorismo
denigra la imagen y todos los principios fundamentales del
Islam. El terrorismo no tiene religión ni patria. El
problema reside en que el yihadismo, y como culminación suya
el Estado Islámico sí son una versión ultraortodoxa del
islam, ayudado por la revolución en las comunicaciones que
han multiplicado tanto la expansión ideológica como las
posibilidades de atentar.
En este sentido, mucho más peligroso que el terrorismo es
mezclar sin mucho orden ni concierto prejuicios y clichés
sobre la compatibilidad o incompatibilidad del islam con la
democracia, la integración de los musulmanes, el papel de la
religión en los espacios públicos, la identidad o el
multiculturalismo. Contra el terrorismo yihadistas debemos
luchar de forma conjunta, incluidos los musulmanes. Y ya no
bastan las palabras ...
|