Taparse los ojos ante la realidad, eso es lo que tienen que
hacer los integrantes del Gobierno de la Ciudad para poder
dormir tranquilos sabiendo que sólo ellos y sus elegidos son
merecedores de una serie de beneficios y privilegios.
Mientras, el resto de las personas nada más que tienen dos
opciones, rendirse y acomodarse a la realidad o luchar por
unos mínimos de calidad que hagan relumbrar la sonrisa de
muchas familias.
Creo que la política está mal planteada, sobre todo cuando
las personas que se dedican a ella se pasan muchos años
viviendo de la misma. Si, al menos, sirviera para no perder
de vista el lugar de dónde vienes y el por qué te han puesto
ahí, quizás facilitaría la predisposición de hacer más
política de calle y menos de despacho. Nos perdemos entre
papeles y chaquetas, mientras nos olvidamos del olor del
asfalto de las distintas barriadas o el té de la persona que
te votó y a la que sólo visitaste para llevarle el sobre, y
a veces ni eso. Últimamente se habla mucho de la
inteligencia emocional en la infancia y de lo beneficioso
que sería integrarla en el currículo escolar, cierto, pero
creo que también debería ser condición imprescindible para
poder dedicarse a la política. Estamos equivocados y
equivocadas cuando focalizamos los nombramientos para ocupar
una lista o un cargo a la imagen o a la comunicación, y nos
olvidamos ya no sólo de su rendimiento o motivación, sino de
su empatía por los problemas de los demás. Si le dedicáramos
más tiempo a lo emocional, que a lo que le brindamos a crear
un prototipo, muchas veces fingido o maqueado, el resultado
del producto sería mucho mejor porque empatía, cercanía y
humildad es lo que le falta a casi la totalidad de nuestros
dirigentes para hacer de las necesidades de los demás, sus
propias agendas.
Luego está la mentira, ahora que estamos en Elecciones es un
momento idóneo para comprobar qué tiene de cierto lo que se
dice, con lo que se hace. Aquí en Ceuta lo tenemos muy fácil
si pensamos en el Partido Popular, yo soy capaz de recitar
los presupuestos de memoria sin leerlos, o enumerar todas
las inversiones que piensan hacer, los argumentos que
exponen para contrarrestar al PSOE y, sobre todo, a quien le
van a echar las culpas de todos los males. ¿A que ustedes
también?
Pero como la canción, el problema no es que mientan, el
problema es que acabamos creyendo lo que recitan. Todavía me
acuerdo cuando Rajoy dijo el cinco de octubre del 2011 lo
siguiente: “ En la mejora del Estado del Bienestar el
Partido Popular es imbatible”. Pues todavía intento analizar
a qué se refería cuando dijo eso teniendo en cuenta que han
eliminado prácticamente la Ley de Dependencia, recortado en
Educación y Sanidad, engañado a los pensionistas, boicoteado
la Igualdad, y han acabado con nuestros derechos y
libertades. Hoy somos más pobres y menos libres que ayer.
Hoy tenemos menos recursos y más obligaciones, trabajamos
más y cobramos menos. Pero hoy también podemos decidir, a
pesar de todo, tener un mejor futuro. Tenemos dos modelos
ideológicos enfrentados, la derecha o la izquierda, y todos
los partidos que se presentan giran alrededor de estas
ideologías. Ese es el mensaje que tenemos que proyectar.
Y aquí es sustancial hacer memoria, ¿Cuántas leyes ha
llevado a cabo el Gobierno de Rajoy para mejorar la calidad
de vida de la gente y cuántas hizo Zapatero? Es
imprescindible garantizar más que nunca la cohesión social,
sobre todo en los momentos más difíciles. Cuando nosotros
gobernamos, no sólo no reducimos la inversión social, sino
que la aumentamos con el único objetivo de que nadie se
quede atrás. En cambio, el PP no sabe gobernar si no es con
la tijera en la mano. Y gobierna para los más fuertes sin
pensar en los más débiles. Rajoy ha pasado del “puedo
arreglar la economía en dos años”, al “no existen varitas
mágicas”.
Y sí, tengo muchos argumentarios con datos, cifras y
estadísticas que avalan lo que estoy diciendo, pero no
quiero perder a la gente en números que sólo llevan a que
nos pasemos la vida contrarrestando lo que dicen unos y
otros, porque trajina aburrimiento y desesperación de
quienes ya no creen en la palabra de un partido. Yo sólo
quiero que se siga utilizando esa memoria selectiva, pues
como decía Alice Munro, la memoria es la forma en que
seguimos contándonos a nosotros mismos nuestras historias.
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