Acabo de regresar de una nueva
gira por tierras andaluzas, afán de tengo, y gustar y
regustar las diversas tapas que se sirven en la mayoría de
bares, que resultan ser la mayoría de empresas andaluzas.
Nada de monumentos como los que he visto por toda la
geografía del país existen fuera del mismo que tenga el
calificativo de maravillas de la humanidad.
El propio país, España, tiene que tener, queráis que no, el
título de Octava Maravilla del Mundo por sus monumentales
rifirrafes políticos propios de patio de colegio.
Se hacen pactos entre partidos que no tienen, ahora,
representación alguna de la voluntad del pueblo.
El Gobierno del país usa el garrote, no el vil, para
conducir su política totalitaria hasta cotas cercanas al
franquismo.
Utilizan el Constitucional a su pleno antojo, indicándoles a
los miembros componentes del mismo de manera directa o
indirecta las directrices que deben regir en las decisiones.
Los socialistas han dejado de ser obreros para convertirse
en fieles lacayos de los conservadores y hacerles el juego
sin contar con el pueblo.
Uno de los ministros del Gobierno, del PP faltaría más,
declara que asumirá el mando de una policía autonómica (los
Mossos d’Esquadra) exigiéndoles ir contra los propios
ciudadanos que votaron la existencia de ese cuerpo y
abusando de su poder en contra de la Constitución, Tribunal
que está que está al servicio del Poder y no de los
ciudadanos.
Son los peperos los que sientan precedentes negativos:
cuando deciden sacar adelante leyes, decretos o lo que sea,
usaban la mayoría absoluta para seguir adelante sin contar
con la aprobación del resto de fuerzas políticas ni de los
ciudadanos, pero en cuanto otra cámara legislativa aprueba,
sea por mayoría simple, lo mismo pero adecuado a su
situación geográfica… ¡hala!, recurso al Constitucional, no
pudiéndolo hacerlo los gobiernos autonómicos porque serían
rechazados inminentemente.
Rechazaron una reforma de los Estatutos catalanes que
podrían haber apaciguado las aguas revueltas de la
confrontación mediante el diálogo.
Rechazaron que los catalanes hicieran una consulta (no
referéndum), aunque estaban seguros que más de la mitad de
los mismos votarían NO a la independencia y con ello evitar
todo el rifirrafe actual.
Siguen tratando pactos, que yo mismo declararía ilegales,
sin haberse constituido el Parlamento español y sin saber
qué partido o coalición de partidos nos va a gobernar, ya
que hoy por hoy, ningún político representa al pueblo
español.
El Gobierno ahora está ‘en funciones’ y por lo tanto no
puede tomar decisiones fuera del contexto para el que existe
de manera funcional. Solo debe dirigir como ejecutivo de las
decisiones aprobadas en el último Parlamento y no inventarse
nuevas decisiones sin la aprobación de la Cámara.
O sea que me reafirmo en que este país es la Octava
Maravilla del Mundo, porque su propia Constitución dice que
la soberanía está en el pueblo cuando la verdadera ley es la
de Murphy.
Dicen que es una democracia y un Estado de Derecho cuando lo
verdaderamente exacto es que no existen ni la democracia ni
el Estado de Derecho, a no ser que ese Estado de Derecho sea
el del derecho del Gobierno de tomar lo que le salga de los
huevos toreando leyes democráticas a puyazos.
En fin, la vida sigue y yo también, esperando que dejen de
portarse como niños y vean las cosas más claras que
beneficien al pueblo del que, democrática y necesariamente,
son servidores. No al revés.
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