Será un gran día y yo estaré allí, en Madrid. Pero no sólo
yo, el sábado existirá una inmensa marea de personas
sensibilizadas con el terrorismo machista. Todavía hay
quienes se escandalizan cuando escuchan esta palabra, pero
luego no son capaces de mover ni una sola pestaña cuando
también escuchan: “otra mujer más asesinada en manos de su
pareja”. Desde luego que hay que ser de una pasta perversa
para no considerar estas muertes como la lacra más inhumana
de una sociedad. Oiga, ¿qué nos quitan la vida como si
fuéramos hormigas y aun dudáis de la igualdad?
La violencia de género no es una columna en la sección de
sucesos, la violencia de género es la política que todo
partido debe liderar. Desde el año 1995, 1378 mujeres han
sido asesinadas y sólo en el verano de 2015 han sido
asesinadas 37 mujeres y 8 menores.
¿Acaso esto no es motivo suficiente para hacer un Pacto de
Estado? Asesinan a un policía y un país entero se
conmociona, yo también, pero asesinan a María, por nombrar a
una, y solamente lloran sus familiares y amistades. Por eso
caminaré en la marcha para exigir un mayor compromiso de
quienes tienen la potestad para cambiar el sistema.
Todavía no hemos logrado entender qué es la Violencia de
Género porque aún existen casos desamparados por sentencias,
opiniones, resoluciones y acuerdos que separan los hechos en
casos aislados, sin caer en la cuenta del continuo del
maltrato. Podría hablar de muchos aspectos de la violencia
machista, pero me voy a centrar en uno que pocas personas
ven. Las mujeres están desprotegidas en el aspecto emocional
y los menores apenas son tratados por quienes tienen el
compromiso de hacerlo. Los jueces y las juezas no logran
empatizar con la Violencia de Género más allá de lo físico,
concediendo sentencias listas para provocar, en un futuro,
el encuentro de esos padres, perjudicando con ello el estado
emocional no sólo de las madres sino también de los hijos y
las hijas. Muchas lagunas y cuestiones que resolver, porque
la simple presencia del agresor basta para reactivar todo lo
vivido y romper de un golpe todo lo adquirido por la mujer.
Por tanto, si el sistema judicial profundizara realmente en
el ciclo de la violencia, en el perfil del agresor, en los
factores de riesgos, en las secuelas que dejan, en los tipos
de maltrato, todo sería muy distinto. Sabemos que hay que
educar desde edades tempranas para romper con los mitos
sexistas, que hay que sensibilizar, que tenemos que hacer
campañas para concienciar a la sociedad y a la propia
víctima, ella tiene que ser consciente de que eso que vive
no es normal. Intentamos exigir que los protocolos de
actuación funcionen, que no recorten en recursos, pero no
podemos quedarnos exclusivamente ahí.
Por ejemplo, ¿Quién controla los regímenes de visitas de
estos padres condenados con sus hijos e hijas? ¿Qué sucede
cuando acaba la orden de alejamiento y las mujeres tienen
que encontrarse con él? ¿Quién trabaja la relación de las
víctimas con sus hijos e hijas? El único fin del agresor es
controlar y para ello utilizar cualquier medio que tenga a
su alcance, cualquiera.
De esta manera, ¿Veis normal que un violador se ponga
delante de su víctima? ¿O que un terrorista se ponga delante
de un familiar de la persona a la que ha matado? Entonces,
¿por qué vemos normal que un agresor que ha humillado,
vejado, coaccionado pueda tener relación con la víctima
después de acabar la orden de alejamiento?
Mucho por hacer, y en la marcha haremos historia. Mientras,
el Gobierno de Ceuta ilumina de morado para empatizar con la
causa, gracias a la propuesta de Búscome y Mujeres
Progresistas, aunque luego su partido sea el único que no
haya secundado la manifestación, una marcha donde, al menos,
20.000 personas han confirmado su asistencia. 380
organizaciones feministas. Partidos y sindicatos.
Asociaciones estudiantiles, culturales y de cooperación.
Mareas y grupos de toda índole. A partir de este recorrido
todo se verá distinto y yo estoy orgullosa de haber
contribuido a ello.
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