Cualquier acusación de corrupción lleva inherente una
importante gravedad. Pero si estas acusaciones son
realizadas por unos funcionarios públicos sobre otros
funcionarios públicos, esa gravedad se multiplica por mil.
Comprendo perfectamente a los
miembros de la Asociación “Afectados por Hacienda’, ya que
todos nos enfadamos cuando nos multan, ya sea Hacienda o el
agente de la zona azul. Y es precisamente ese enfado el que
nos puede llevar a pensar de forma distorsiona, aunque en
ocasiones esa ira pueda ser legítima y estar justificada;
pero cuando estamos enojados, este tipo de pensamientos
actúa a modo de combustible, echan más leña al fuego. Es
decir, cuando nos enfadamos, vamos perdiendo capacidad de
discernimiento y se va haciendo más probable que adoptemos
comportamientos agresivos, como alzar la voz, pegar algún
golpe o soltar tacos o insultos. En esta situación se
produce un estado emocional que incluye malestar y consiste
en sentimientos subjetivos que varían en intensidad, desde
la irritación moderada o enfado hasta la furia intensa o
furor. No pretendo realizar una tesis científica sobre el
funcionamiento de nuestro sistema nervioso, pero si intentar
entender qué es lo que lleva a funcionarios pertenecientes,
nada menos, que a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado, a acusar a funcionarios de la AEAT de Ceuta de
“corrupciones administrativas” y de “maltratar al
ciudadano”, entre otras cosas.
Personalmente, me resisto a creer
que todo ésto pueda ocurrir. Conozco a varios funcionarios
de la Delegación de la Agencia Tributaria de Ceuta y me
atrevo a asegurar que son personas honradas. Seguramente a
los ‘Afectados por Hacienda’ les asista la razón en sus
reclamaciones. O no. No lo sé. Quizá los funcionarios de la
AEAT de Ceuta puedan haber cometido errores. O no. No lo sé.
Lo que si tengo claro es que
todas las partes tienen derecho a denunciar lo que creen que
es una injusticia y también tienen derecho a ser escuchados.
Aunque, eso si, mejor sin enfados que nos hagan pensar de
forma distorsiona. ¿Corrupción? Para eso, como bien dice
CSI-F, están los tribunales.
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