En los polígonos del Tarajal nada
cambia y la vida sigue igual. Sin embargo, el día a día
allí, lejos de ser el idílico escenario de una canción, más
parece el de una película de Al Pacino. Las reyertas entre
porteadores y aquellos que intentan beneficiarse de este
flujo de personas, cobrando comisiones por organizar las
colas, se han convertido en la dinámica habitual y la
noticia en los polígonos es que no haya incidencias. A pesar
de que el problema ya es más que viejo, no se ha puesto
solución. Alguna actuación policial, como la que se ha
llevado a cabo recientemente, ha permitido arrestar a
quienes se lucran de este caos, pero no dejan de ser
insuficientes. Mientras, la pelota se tira del tejado de los
empresarios al de la administración local o la
administración central, y de vuelta a empezar. Un juego en
el medio del cual se han intentado poner en marcha algunas
medidas como la de limitar el tamaño de los bultos que,
finalmente, no se llevan a cabo. La consecuencia es que a
diario se exponen centenares de vidas de porteadores que se
juegan el pellejo cuando se producen aglomeraciones, lo que
ocurre un día sí y otro también, para conseguir ganar unos
euros. Una estampa que en pleno siglo XXI y en Europa parece
irreal, pero que está ocurriendo ante la mirada impasible de
todos. Y por ello, cabe preguntarse qué ha de pasar en los
polígonos del Tarajal para que se organice el flujo de
personas que transcurren por allí a diario y que en Ceuta,
como en el resto del país, haya una actividad normalizada.
Ya es hora de que la dinámica deje de ser la de la
brutalidad para lograr un sitio privilegiado en la cola y
que se cambie por la organización. Las pedradas, las
reyertas y las aglomeraciones de porteadores deben de dejar
de ser lo habitual, para convertirse en un recuerdo del
pasado que se logró mejorar.
|