La sesión extraordinaria que
se celebró ayer en la Asamblea para concretar un nuevo
Reglamento se podría decir que acabó pareciéndose más a una
subasta en el mercado que a un Pleno, ya que al no pagar el
precio del acuerdo, los grupos decidieron cambiar la
mercancía. Los partidos políticos apostaron más por sus
intereses que por hallar el tan promulgado consenso del que
se dijo que iba a ser el leitmotiv de esta nueva
legislatura. Así, después de haber intentado concretar un
texto en una Comisión Especial creada para ello, y cuando ya
se creía tener todo el pescado vendido, se produjo una
situación muy diferente que incluso Juan Luis Aróstegui
lamentó reprochando a los grupos no ser capaces de
consensuar “cuatro reglas de mierda que no tienen el más
mínimo interés para la ciudadanía”. Y es que, al ver
transformarse en negativo el voto del PSOE a este
Reglamento, el PP dejó de ver con buenos ojos la propuesta
de crear la figura del diputado con dedicación exclusiva que
se había introducido a petición de los socialistas.
Asimismo, los populares cambiaron en el último momento de
idea e introdujeron la posibilidad de nombrar a
viceconsejeros a personas que no sean diputados electos, una
posibilidad a la que previamente habían renunciado en pos
del consenso con el resto de grupos. Una postura ante la que
cabe plantearse por qué si una propuesta, la de los
socialistas, había sido considerada buena hasta ayer se
desechó, y por qué, si se dejó fuera la propuesta de los
viceconsejeros no electos, esta se rescató a última hora y
gracias a la mayoría absoluta. El consenso no puede ser el
disfraz del interés político, sino el resultado de buscar el
interés común, y de momento, los grupos han perdido la
oportunidad de demostrar que buscan ese acuerdo. Habrá que
ver si se acogen a su capacidad de enmienda. Consenso, sí.
Mercadeo político, no.
|