La población ceutí, al igual que
la española, es cada vez más longeva. Vivimos más que antes
y eso, en muchos casos, supone traspasar la frontera de la
dependencia y necesitar de alguien que nos ayude en nuestro
día a día. Nuestros mayores necesitan cada vez con más
frecuencia atención para tareas tan básicas como comer o
vestirse, así como vigilancia médica y asistencia
especializada. Sin embargo, la rutina de sus allegados les
hace imposible dedicarles esa atención que se merecen, que
necesitan y que es justo darle por todo lo que ellos han
sacrificado. Y es en estos casos donde juegan un papel
fundamental residencias como la que ayer se inauguraba de
forma oficial en Ceuta.
La Fundación Gerón ha
llegado, después de varios años de trabajo y tesón para
conseguir la financiación necesaria, para mejorar el
servicio de atención a las personas que necesitan vivir en
una residencia. La ciudad se sitúa así a la vanguardia de
este servicio asistencial. Ha costado, y mucho, pero por fin
Ceuta cuenta con unas instalaciones de primera calidad,
modernas, y con todas las comodidades para que aquellos que
se encuentran en el ocaso de su vida vivan de la manera más
digna que una administración les pueda garantizar. Pero no
sólo dignidad se le ofrece a quien reside allí, sino también
compañía. La calidez de una voz amiga, de un compañero de
mesa, de una lectura compartida o una comida amenizada con
una conversación ofrece esa chispa de la vida que los
mayores no deben perder. Por ello, la puesta en marcha de
esta nueva residencia supone un logro para toda la sociedad
en su conjunto y especialmente para los mayores ceutíes que,
después de darlo todo, reciben de las administraciones una
respuesta asistencial que se encuentra a la altura de las
expectativas.
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