La alumna del IES Abyla, Sonia Martín López, resultó
ganadora de la II edición del Concurso Literario con una
carta bajo el título de “Más que sentimientos”, y que
reproducimos a continuación.
“Querido Joel:
Hace tanto tiempo que no escucho tu voz que pienso que me
pierdo en el olvido. ¿Dónde estás, cariño mío? Los días y
las noches se hacen largos en tu ausencia y añoro tu sonrisa
que es capaz de calmar hasta el corazón más acelerado. El
mío anda apagado y el tiempo no parece ayudar al impaciente.
Cuento los días que pasan, sentada preocupada en el salón,
esperando a que vuelvas de tus batallas. No hay nadie capaz
de ayudarme con este sufrimiento. No hay risas, ni si quiera
versos, capaces de levantar el ánimo de mi alma.
Te marchaste, te marchaste sin previo aviso. Siento un vacío
en mi pecho cuando me levanto y me doy cuenta de que no
estás, de que te fuiste a la guerra. Cogiste el camino de
piedras de la vida aun sabiendo a lo que ibas. Fuiste a
enfrentarte a tu peor enemigo: la muerte. Sin embargo, esta
es tu única compañera por allá donde vayas. ¿De qué vale el
tiempo entrenando? ¿De qué vale estar preparado físicamente
si luego, cuando te das cuenta de la realidad, tu corazón se
detiene por el pánico?
Ciego ibas a cavar tu propio hoyo en el suelo para estar más
cerca del cielo. Decías que era tu deber, que tu país te
necesitaba y yo, como una tonta te rogaba que te quedaras.
Tardé en comprender que aquello era verdad, que tu valentía
era avivada por todos aquellos corazones por los que ibas a
luchar. Tenías un objetivo, algo que te marcaba.
Tú solo querías lo mejor para el mundo, deseabas la paz y no
la guerra. No obstante, parece ser esta segunda la única
manera de llegar a ella. Odio este mundo por su incoherencia
pero era tu deber el marchar por el mundo.
A pesar de ello, confío en que la disciplina, el orden y
vuestros pensamientos os hagan volver con el cuerpo y el
alma. Todos conocemos que la vida de un militar es dura,
difícil y que no todo es siempre como queréis. Sin embargo,
seguís adelante enfrentando todo aquello que os quiere parar
los pies. Admiro vuestra fuerza de voluntad, vuestra
dedicación y me duele que no todo el mundo se dé cuenta de
ella y de lo importante que es. Porque no todo el mundo es
capaz de hacer lo que vosotros hacéis por nosotros.
Hace tanto tiempo que no tengo noticias de ti que temo no
volverte a ver, y esta pena no es solo mía. Quisiera pensar
que si es así es que aún no has caído y que esta carta tiene
unas manos de destino. No quiero ni pensar en lo mal que lo
estáis pasando, tan solo te digo que tienes que volver a
casa para que ese frío de la muerte ajena sea contrarrestado
por la llama del amor de tu familia y el mío.
Espero que vuelvas pronto y que la helada y dura guerra no
haya acabado contigo ni con tus compañeros. Os estamos
esperando. Te estamos esperando. Sé que es un largo viaje y
mucha distancia la que nos separa pero ansiamos las buenas
noticias. Y antes de despedirme quisiera que supieras una
cosa: gracias por todo lo que haces como militar. El mundo
debe estar muy orgulloso de tener como militares a hombres y
mujeres como tú, con ese espíritu tan luchador y con ese
corazón enorme de sacrificio que no os cabe en el pecho.
Estamos en deuda con vosotros.
Besos de tu querida esposa”.
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