Tras un corto periodo de reflexión
retomo nuevamente mis colaboraciones semanales, en este
medio de comunicación, con la firme intención de defender
mis sólidos principios ideológicos frente quienes los
violentan. En este tiempo he mantenido por respeto y
prudencia el más absoluto silencio a la espera de un
pronunciamiento claro, concreto y conciso del máximo
dirigente socialista, Pedro Sánchez, respecto a un
presumible pacto de gobernabilidad de la izquierda frente al
Partido Popular, pero no solo no lo ha negado, sino que ha
permitido gobiernos de la extrema izquierda.
Una extrema izquierda liderada por personajes que enarbolan
la bandera de la honestidad y la integridad, pero que nada
más alcanzar el poder han demostrado claramente sus
verdaderas intenciones, beneficiar a amigos y familiares.
Para no extenderme al respecto mencionaré tan solo dos
ejemplos, Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, y Ada Colau,
alcaldesa de Barcelona, quienes no solo incumplieron su
principal promesa electoral, reducir sus retribuciones
salariales, sino que además contrataron a familiares
directos en puestos de responsabilidad en sus respectivos
organigramas municipales.
Dirigentes envueltos permanentemente en la polémica con la
única intención de encubrir sus incapacidades gestoras al
frente de sus respectivos ayuntamientos, tal y como se ha
demostrado en los últimos meses, en clara contraposición con
la gestión desarrollada en los cuatro últimos años por el
Partido Popular. Una formación política que recogió un país
sumido en la mayor recesión de nuestra historia democrática,
tan solo comparable a la que sufrimos los españoles y las
españolas en la última etapa del también ex presidente
socialista, Felipe González, para devolverlo a la senda del
crecimiento económico y la consolidación en la creación de
empleo. Frente al populismo, responsabilidad.
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