Si durante los primeros
compases de este mes de octubre Defensa tuvo que hacer
frente a un incendio que arrasó treinta hectáreas en García
Aldave a causa de las llamas originadas en un ejercicio de
tiro, ahora la Comandancia General de Ceuta tiene que apagar
un fuego mayor: el tráfico de drogas hacia la península por
parte de algunos de sus militares en la ciudad autónoma. Un
nuevo escándalo salpica al Ejército y su personal en Ceuta,
que en los últimos años no se han visto ajeno a otras
polémicas como el de la obtención irregular de títulos. Y
ante ello, nuevamente, Defensa actúa con hermetismo. De
momento poco ha transcendido de lo ocurrido en esta
operación en la que se han incautado más de 400 kilos de
hachís a varios militares que habían viajado a Almería para
hacer unas maniobras. Desde la Comandancia General se tarda
en dar una respuesta pública a estas situaciones que
demandan una actuación ágil y contundente para,
precisamente, no dañar la imagen del Ejército. Y es que,
ante todo, es necesario que la manzana podrida no afecte a
todo el cesto. No se puede consentir que sucesos como el
acaecido acaben perjudicando a la imagen del Ejército en su
conjunto, menos aún a una unidad como La Legión. Para
evitarlo, hay que aplicar transparencia y dejar atrás
formalismos desfasados que no conducen a otra cosa que a
perjudicar a todo un estamento cuya labor se debe sentir
como imprescindible. Información clara para despejar sombras
y dejar al margen a quienes no cumplen con la legalidad.
Estos son dos de los pasos a dar, y de forma inmediata, tras
un suceso como el ocurrido esta semana y que, por su
transcendencia informativa, empaña la labor del Ejército,
pero que no debe nublar su labor que ha de ser
imprescindible para garantizar la seguridad de los
ciudadanos.
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