Dentro de las Jornadas
Nacionales de Intervención Psicológica en emergencias,
crisis y catástrofes, que transcurre entre ayer y hoy, una
de las ponencias corrió a cargo de Pedro Luis Mélida Lledó,
comisario principal del Cuerpo Nacional de Policía y
Psicólogo. Gran parte de su intervención la centró en el
11-M, que vivió como policía. Su labor, en esta ocasión, no
fue la de psicólogo. Mélida concedió
una entrevista a El Pueblo en la que hace un repaso por los
principales aspectos que se vivieron en el 11-M. De aquel
día recuerda que estuvo 36 horas trabajando. Ya han pasado
once años desde entonces, pero el recuerdo de aquella
jornada dramática para Madrid y para España, está muy
presente en Mélida.
Pregunta.- ¿Cómo debe ser la psicología policial ante una
gran catástrofe?.
Respuesta.- Tiene que reunir una
formación para dos conceptos, por un lado está el impacto
psicológico que puede causar en su propia persona, porque
hay sentimientos y el policía tiene que participar y vivir
esa catástrofe, por lo tanto tiene unos sentimientos que se
pueden ver afectados por esa participación, y por otro lado
siempre la comunicación, si se puede, tiene que estar en
manos de profesionales de la psicología para esa
comunicación a la víctima de las malas noticias. Hay
momentos en que es imposible por el propio caos que se vive
en esos momentos y el policía tiene que tener una serie de
capacidades para saber transmitir humanamente esa
comunicación de malas noticias a los familiares.
P.- ¿Cuáles son las
habilidades del policía interviniente?.
R.- Fundamentalmente en el aspecto
de comunicación lo que hay que tener en cuenta es que muchas
veces aquello que hay que decir estamos hablando de una
comunicación de malas noticias, por lo tanto es un acto
humano. Nunca se puede mentir, hay que explicar a la persona
lo que se está haciendo, incluso por qué se está haciendo.
Hay que tener en cuenta que la persona está bajo un shock en
ese momento. Hay que ser muy cercano, decir frases cortas,
pero cálidas, con miradas a los ojos, una cercanía y una
participación de los propios sentimientos que realmente sea
verídica, que nosotros estamos sintiendo lo que ha ocurrido.
Y no cortar a la persona, no caer en errores como tratar de
consolarle con frases como Dios lo ha querido, ahora estará
mejor, porque son cosas muy difíciles de entender. Hay que
dejarle si está llorando que llore, que expansione, que haga
las preguntas que sea. Tratarlo con humanidad.
P.- ¿Cuál es el impacto
psicológico del terrorismo?.
R.- Haciendo la ponencia he
tardado bastante en acoplarla, porque quería tocar muchos
temas y no todos los temas tenían el mismo tiempo. Uno de
los temas que toqué era el impacto psicológico, que es
superior al del accidente, al de la catástrofe. En un acto
terrorista las causas son muy difíciles de explicar. El que
sea religioso pensará que es la voluntad de Dios, el que no
puede pensar de otra forma, pero un acto terrorista es muy
díficil. Es lo que buscan los terroristas: crear ese
desequilibrio psicológico.
P.- ¿Cómo fue su
intervención en el 11-M?.
R.- No fue como psicólogo, si no
como policía. Era comisario jefe de una unidad encargada de
todas las inspecciones oculares de policía científica y de
la identificación de las cadáveres. Comencé a las 7:30 de la
mañana aproximadamente me llamaron diciendo que había unas
explosiones. Yo me puse al frente de uno de los equipos de
identificación, primero de inspección ocular de recogida de
muestras en la estación del Pozo. Recuerdo que es en la que
más víctimas mortales hubo y luego me trasladé a Ifema para
dirigir las labores de identificación de las víctimas.
Fueron 36 horas seguidas sin parar de trabajo y fueron
duras, muy duras. Aunque uno está acostumbrado a muchísimos
atentados y muchísimas circunstancias pero fueron momentos
muy duros porque nada de lo visto hasta el momento había
adquirido esa dimensión.
P.- ¿Qué recuerdos guarda
de ese día?.
R.- He contado en la ponencia un
hecho que viví. Después de 36 horas de trabajo, en las
cuales uno se concentra en el trabajo, lo que importa es
sacar tu trabajo adelante, no te puedes equivocar, sería
terrible identificar a una persona que no es, por lo tanto
hay que tener un gran cuidado en la actuación. Lógicamente
una vez que transcurren esas 36 horas trabajando de una
manera concentrada vuelvo a mi casa a cambiarme de ropa, a
estar un par de horas, y allí en el silencio del hogar,
cuando ves a tu mujer, a tu hija, y empecé a ver las
imágenes por televisión es realmente ese impacto psicológico
y aunque era un veterano policía la verdad es que lloré,
dando rienda suelta a los sentimientos de aquello que había
vivido durante esas 36 horas.
P.- ¿Considera que España
está preparada para hacer frente a una catástrofe como la
del 11-M?.
R.- Sí. Si pudimos entonces que no
teníamos prácticamente protocolos. En aquel entonces
teníamos muy poquito regularizado. Había una Ley de
Protección Civil que luego ha sido modificada este año. No
había mucho y sin embargo el pueblo español, que tenemos
unas cualidades, como saber improvisar, respondió. Fueron un
éxito las identificaciones. Hubo otros atentados, como el
del metro de Londres, que el número de fallecidos era
infinitamente inferior y tardaron una semana en
identificarlos. Aquí a las 36 horas estaban identificados y
entregados 155 cadáveres, un 80%. A la semana justo estaban
los 191 cadáveres y un neonato.
P.- ¿Cree que los
españoles se solidarizaron con las víctimas?.
R.- Sí, de entrada la
solidaridad en el punto fue tremenda.
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