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OPINIÓN - VIERNES, 16 DE OCTUBRE DE 2015

 
OPINIÓN / COLABORACION

La invisibilidad de las mujeres refugiadas

Por Izaskun Bernal Cerdeira*


La llegada masiva a Europa de refugiados que huyen de las guerras procedentes principalmente de Siria, Afganistán y Eritrea, con cifras sin precedentes (según datos del Consejo de la UE, nada más que en Siria, hay 7,6 millones de desplazados internos y 4 millones han cruzado la frontera), y en menor medida, de inmigrantes en busca de una vida mejor, hacen que nos encontramos ante la mayor crisis humanitaria de la historia.

Una crisis que está poniendo a prueba a la Unión Europea y hasta su propia razón de ser y que yo considero, más bien, como una oportunidad para reforzar nuestra identidad europea y los valores de libertad, igualdad y solidaridad. Y en este refuerzo de valores, las mujeres refugiadas y las medidas que adoptemos para protegerlas, juegan un papel muy importante.

Según el ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, al menos la mitad de las personas desarraigadas son mujeres adultas y niñas. Estas mujeres se encuentran en una situación de especial vulnerabilidad porque además del acoso y el abuso sexual a las que están expuestas, tienen que encargarse de la seguridad física, el bienestar y la supervivencia de sus hijos.

Numerosas ONGs de extensa experiencia en la protección de los refugiados, como Amnistía Internacional o Human Rights Watch, llevan años denunciándolo: son el colectivo de mujeres más expuesto en el mundo a la violencia física y sexual.

Muchas mujeres, especialmente aquellas cuyas familias dependen de ellas para su subsistencia, se ven obligadas a aceptar propuestas de matrimonio y situaciones de empleo o acogida que implican explotación y acoso sexual; otras caen en las redes de la prostitución; y la mayoría de ellas no denuncian por miedo, por los escasos recursos con los que cuentan y por su precaria situación jurídica, ahondando cada vez más en la pobreza abrumadora en la que viven y en su situación de extrema vulnerabilidad.

Si bien es cierto que el Consejo de la UE, en sus conclusiones sobre Siria e Inmigración de esta semana, menciona ligeramente a las mujeres, no es para nada suficiente. La invisibilidad de las mujeres refugiadas sigue siendo patente.

La UE y los estados miembros tienen que abrir los ojos a la realidad de estas refugiadas y hacer todo lo que esté en sus manos para evitar estos hechos, que no son nada más ni nada menos, que una flagrante violación continúa de los derechos humanos y de los derechos de las mujeres.

La UE debe reafirmar su liderazgo internacional integrando el enfoque de género en la gestión de los refugiados y las refugiadas, mostrando su compromiso real con las mujeres y niñas en esta situación y priorizar (dentro de los más de 400 millones de euros que el Parlamento Europeo acaba de aprobar esta semana para la gestión de esta crisis) programas especiales destinados a garantizar, en igualdad de condiciones, el acceso de las mujeres a la protección legal y a la ayuda humanitaria de emergencia mientras rehacen sus vidas con dignidad y que no tengan que volver a elegir entre el abuso sexual o poder mantener a sus hijos.

Los refugiados, y especialmente las refugiadas, merecen que Europa esté a la altura de las circunstancias y de los valores de igualdad y solidaridad que tanto defendemos. Y ello pasa, ineludiblemente, por una verdadera integración de la perspectiva de género en las diferentes medidas y recursos que se adopten al respecto y una mayor visibilidad de la situación de las mujeres refugiadas. Nuestro futuro, el futuro de la UE, está en juego.

* Politóloga experta en la Unión Europea y derechos humanos

Presidenta de la Asociación Carmen Cerdeira

 

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