Hoy es el día de la Hispanidad. Dejando aparte debates sobre
la idoneidad o no de la fecha escogida para la celebración,
hoy es un día en el que prácticamente todas las formaciones
políticas y algunos poderes fácticos de nuestro país
presumen de patriotismo incondicional bajo el paraguas de la
enseña nacional.
El Partido Popular no ha dejado de mostrar, durante estos
cuatro años de gobierno, un profundo desinterés por las
condiciones de vida de una mayoría del país a la que ha
empobrecido a través de sus antisociales políticas de
recortes. Tras el gobierno del PP, ese partido patriota de
los sobres y las cuentas en Suiza, los españoles somos más
pobres y gozamos de menos derechos. Pero hoy se cubrirán con
la bandera, dándoles absolutamente igual el hecho de que la
mayoría de españoles y españolas sabemos ya, a golpe de
evidencia, que no gobiernan para nosotros y nosotras, sino
para una minoría a la que va muy bien a costa de que al
resto le vaya cada vez peor.
La CEOE, por ejemplo, forma parte de tal selecto club. La
Confederación Española de Organizaciones Empresariales entró
en campaña hace unos días pidiendo abaratar el despido y
fomentar, aún más, el empleo precario. Lo piden porque saben
que, en el hipotético caso de que Rajoy continuase en la
Moncloa tras el 20-D, sería muy posible que sus demandas
fueran escuchadas y obedecidas con la misma complacencia con
la que un capataz recibe de su amo la orden de castigar más
a unos esclavos ya agotados y sedientos. También la CEOE
hará gala del profundo amor que siente hacia España.
La patria no es una bandera. La patria son los hombres y
mujeres que, con sus manos, su cerebro y su voluntad,
contribuyen de una u otra forma a que este sea un país
digno. Quienes empeoran nuestras vidas atacan nuestra
dignidad. Y quien golpea la dignidad de sus compatriotas no
ama a su patria.
|