La crítica por la crítica en la
vida política no tiene ningún valor. La crítica, que está
bien siempre que sirva para mejorar una situación, debe
hacerse en una medida justa y responsable, pero hay quienes
aprovechan, como reza el dicho, que “el Pisuerga pasa por
Valladolid” para atacar todos los flancos sin importar a
dónde se esté disparando. Así, la crítica pierde todo su
valor y no sirve nada más que para que el político o partido
de turno gane algún que otro titular. Tras el incendio de
García Aldave, cuyo origen todo apunta que estuvo en unos
ejercicios militares, esta situación se ha dado y así lo
lamentó ayer el portavoz del Gobierno, Jacob Hachuel, que
habló de “intereses perversos” de quienes quieren aprovechar
este incidente para hablar sobre la cesión de suelo militar
a la Ciudad Autónoma y pedir que el Ejército se vaya. Aunque
el portavoz no quiso apuntar directamente a nadie, en sus
claras referencias a Caballas, insistió en que esa actitud
no es buena “para nadie”.
Está claro que tras el incendio, habrá que depurar
responsabilidades y hacerlo con toda la rigurosidad y el
peso de la justicia, independientemente de que el culpable
pueda ser el Ministerio de Defensa. Pero no es momento de
hablar de temas tan serios como la cesión de suelo e
incluso, hasta parece ridículo, plantear que el Ejército
deje de estar presente en la ciudad. Este no es el debate y
un partido no puede forzar a que lo sea. Lo importante es
esclarecer lo ocurrido y depurar responsabilidades, si así
se determina finalmente. El resto no hay que involucrarlo,
porque además, de nada serviría abrir esta polémica cuando
ni siquiera este es el sentir generalizado de los
ciudadanos. Así, hay que saber dirigir los disparos en un
ataque porque, de lo contrario, se puede acabar herido por
fuego amigo.
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