Cada país tiene sus líneas rojas y
en nuestro vecino país del sur, la imagen del Rey primero y
después el Sáhara, las Provincias del Sur para Rabat, son
virtualmente figuras sacralizadas si bien, formalmente, ya
se sabe que en teoría Dios (Allah) ocupa la cúspide de la
pirámide.
El desencuentro: el reciente anuncio por parte de Suecia de
reconocer a la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) y
por ende al Frente Polisario, como estado legal y legítimo,
posición con la que ya había amagado en 2012, ha abierto la
caja de los truenos.
La respuesta marroquí ha sido dura y continuada, en varios
actos:
- 28 de septiembre: reunión de crisis en Rabat presidida por
el jefe de Gobierno Abdelilah Benkirán (PJD), con los
representantes de 9 formaciones políticas de todo el
espectro ideológico.
- 29 de septiembre: encuentro en Nueva York, durante los
trabajos de la 70 Asamblea General de las Naciones Unidas,
entre los responsables de Exteriores de ambos países:
Salaheddine Mezouar (RNI) y Margot Wallström.
- 5 octubre: desembarco en Estocolmo de una delegación
política marroquí, que al calor de la “diplomacia paralela”
intenta estos días tender puentes.
La peculiar delegación está integrada por formaciones de
izquierda (PSU, USFP y PPS, éste último en el gobierno)
lideradas por la atractiva y carismática Nabila Mounib,
profesora universitaria de ciencias biológicas en la
universidad de Casablanca y secretaria general del pequeño
pero aguerrido Partido Socialista Unificado (PSU). ¿La
explicación...? Obvia, pues Rabat nunca da (y hace bien)
puntada sin hilo: en Suecia, sin duda uno de los países más
avanzados del mundo, gobierna el Partido Socialdemócrata de
Trabajadores (PSD), con el que la izquierda marroquí
(formalmente de “referencia islámica” como todos los
partidos políticos del país) puede tantear cierta sintonía.
Además, al frente de los dos países hay sendos reyes: uno
democrático y constitucional, Carlos Gustavo y otro, Mohamed
VI, soberano por derecho divino.
Por su lado la diplomacia sueca (sostenida también por
Noruega) ha ido moviendo fichas. Así y en un
recientecomunicado remitido a los medios marroquíes por la
embajada de Suecia en Rabat, el país nórdico matiza su
posición sobre el Sáhara adhiriéndose a las resoluciones
adoptadas por las Naciones Unidas (ONU), “una solución
política justa y durable aceptada por las dos partes”,
explicando que el gobierno estudiaba un “análisis interno”
(sic) sobre el Sáhara Occidental “a la luz del interés por
esta cuestión en el seno de la sociedad sueca”, precisando
que al día de hoy “Suecia no ha reconocido al Sáhara
Occidental como un estado”.
De entrada, los primeros en pagar los platos rotos de la
temperamental respuesta marroquí al uso han sido los
intereses y las inversiones suecas en Marruecos, convertidas
en virtuales “escudos económicos” del affaire, todo un aviso
para la famosa estrategia del presunto “colchón de
intereses” en las siempre complejas relaciones bilaterales
con Marruecos, preconizada por el presidente Felipe González
en su momento y que no evitó por ejemplo el conflicto de
baja intensidad hispano-marroquí que desembocó en la crisis
del islote de Perejil (Laila o Taula para los marroquíes) en
julio de 2002. Un aviso en toda regla a tener en cuenta.
Claro que los suecos no tienen “perejiles”, pero si todo un
entramado de inversiones en Marruecos confiando en
consabidas seguridades jurídicas que ahora han quedado en
entredicho. Así y de entrada, Marruecos anunciaba el 28 de
septiembre la suspensión de la apertura de Ikea en
Casablanca, justo después de la reunión organizada por
Benkirán tras la cual el ministro y secretario general del
PPS, Nabila Benabdelah, no descartaba que “los intereses
suecos en el país” (sic, al menos 20 importantes empresas)
pudieran verse afectados si Suecia acaba reconociendo al
Frente Polisario.... No obstante el boicot marroquí
(incluyendo manifestaciones organizadas desde arriba) a las
inversiones suecas se había relanzado el 1 de septiembre, si
bien desde el otro lado ya desde 2013 numerosas empresas
suecas habían rechazado importar productos marroquíes,
mientras que la multinacional Volvo era expulsada
judicialmente el pasado 23 de septiembre de su sede social
en Casablanca.
Si duda Marruecos es un país soberano y dignísimo... pero
Suecia también. Y España, por cierto, jurídica y
oficialmente (derecho internacional en mano) sigue ostentado
la responsabilidad administrativa del Sáhara Occidental, las
Provincias del Sur anexionadas unilateralmente (y
administradas sin duda de hecho) por Rabat. Es lo que hay.
Haya salud. Visto.
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