Lástima cuando en los partidos políticos existen personas
que prefieren arrimarse exclusivamente para conseguir un
bien propio o para liderar, de manera poco democrática, una
imposición alejada de los valores de la cohesión. Es difícil
compaginar el sentimiento de impotencia con la lógica de la
lealtad, pero al final se hace fácil cuando lo que fluye por
tu cuerpo son los valores, que es a lo único a lo que hay
que serle fiel. Por eso, siempre canalizo mi impotencia
hacia el exterior, chocando con quienes no comparten mi
sentido de defensa de la lealtad, pero lealtad a la dignidad
no al dogmatismo autoritario.
La vida interna de una organización no es fácil, pero son
muchas las personas que, día a día, se levantan con el único
fin de luchar por la justicia social, la igualdad y la
transparencia. Esa es la meta, y todo lo que se aleje de
aquello acabará por pasar factura en el futuro, una factura
que puede ser individual o grupal, depende de la persona que
lidere el proyecto. Por eso tenemos que estar en alerta y
detectar a los roedores del po-der y así no hacer arrastrar
a todo un partido con ello, o mejor dicho, a toda la
política.
Últimamente me encuentro con personas desilusionadas a las
que intento convencer sobre la importancia de la política
para la calidad de vida de la gente y el bienestar de una
sociedad, pero enseguida me ponen ejemplos difíciles de
defender. Son los menos, también, pero suficientemente
llamativos para que arrastren a una gran masa social hast-ía
de desigualdad. Así que, seamos listos y listas, pero sobre
todo seamos generosos. Es decir, si tenemos la oportunidad
de encabezar un partido no permitamos que se nos acerquen
roedores que se esconden hasta ver la oportunidad de cazar,
o que tengamos en nuestras filas personas silenciosas que te
dicen que sí a todo para luego escalonar sin cogerte de la
mano o, incluso, empujarte hacía atrás. Y si hay ocasión de
estar en las bases de una formación concienciemos hasta
quedarnos sin voz o sin fuerzas, para sensibilizar sobre el
valor de la dignidad.
Nunca me gustaron los oportunismos, muchos menos las
personas oportunistas que cuentan, con la política, las
monedas de su bolsillo. Por eso es hora, más que nunca, de
sumar pasión socialista, en mi caso, otros sumarán esa
pasión en otros partidos, pero no dejemos de hacerlo porque
fuera esperan de ti, de mí, de él y de ella.
Se acercan las elecciones y tenemos que ser exigentes, sobre
todo, con nosotros mismos. Sé que lo haremos en todos los
territorios, el futuro depende de ello, porque hoy es
mañana.
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