Cuando Pablo Iglesias y su equipo
decidieron montar Podemos, no fueron pocos los sectores
progresistas que les atacaron y vaticinaron un estrepitoso
fracaso. El resultado en las Elecciones Europeas dio la
razón a Iglesias y su equipo. Pero no era suficiente para
contar con el apoyo de los críticos.
Cuando Pablo Iglesias y su equipo dijeron que Podemos no
debía concurrir con su marca a las Elecciones Municipales,
optando por candidaturas que aglutinaran a distintos
sectores bajo otro nombre, los mismos que les atacaron por
montar Podemos, les atacaban ahora por no presentarse. Las
victorias en Madrid, Barcelona, Cádiz o Zaragoza dieron la
razón a Iglesias y los suyos. Pero no era suficiente para
contar con el apoyo de los críticos.
Cuando Pablo Iglesias y su equipo dijeron que lo que servía
para unas Municipales no tenía por qué servir para unas
Generales y que en éstas sí que debía ser Podemos la marca
de unidad, los que vieron mal el invento de Podemos y vieron
mal las candidaturas municipalistas, volvieron a la carga. Y
ahí siguen. Usando el tropiezo de Cataluña como prueba
inexpugnable de que son ellos, los que siempre se
especializaron en perder, quienes saben cómo ganar.
Si Podemos ha errado en algo en Cataluña no ha sido en la
esencia de la estrategia y el discurso seguidos a nivel
estatal, sino en no haber sabido trasladar dicha visión a
una realidad en la que las elecciones se asumían como un
plebiscito entre el SÍ y el NO a la independencia. Cataluña
ha sido un fiasco, de eso no hay duda, pero lo que hemos
estado viendo en los últimos meses, lejos de demostrar que
la hipótesis de Podemos era errada, deja en evidencia lo
contrario.
Tras el ascenso de Ciudadanos en las encuestas y el freno de
Podemos, los de siempre lo tienen claro: Podemos debe
abandonar la “centralidad del tablero”, el “sentido común” y
el “arriba-abajo”. Hay que volver al lenguaje y las formas
clásicas y no arriesgar al pequeño (pero fiel) electorado de
siempre. Hay que resignarse a que nuestro lugar está en la
derrota. Análisis miope y errado en mi opinión. Lo que
refleja la consolidación de Ciudadanos es que Podemos
siempre estuvo en lo cierto. Podemos tenía enfrente una
puerta que había que abrir si se quería aspirar a algo. Y
para poder abrirla tuvo que dejar de hacer lo que siempre
había hecho la izquierda, tuvo que mancharse, avanzar con
contradicciones, cambiar las formas del discurso y asumir
renuncias. Podemos abrió una puerta y se arriesgó a con él
se pudiera colar otra fuerza con mejor planta y más
financiación. Podemos demostró que lo que había que hacer
era hablar de sentido común y simbolizar “el cambio”.
Ciudadanos tomó nota y, con unas políticas similares a las
del PP y en las antípodas de lo defendido por Podemos, el
partido de Albert Rivera comenzó a apelar al sentido común y
a hablar de “cambio sensato”. Comenzó a disputar “la
centralidad del tablero”, ese espacio del que el poder lleva
intentando expulsar a Podemos desde un principio para
situarlo en esa marginalidad en la que, paradójicamente, la
izquierda constantemente crítica desea situarse, siendo
inclemente ante el hecho de que Podemos se niegue.
En lugar de disputar los espacios de victoria, quienes no
han dejado de poner palos en las ruedas desde el comienzo
están cómodos situándose donde el enemigo les quiere. En vez
de apoyar a quien recibe todos los ataques y las calumnias
de la derecha mediática y política, se suman al escarnio.
Colaboran con el enemigo y ni se dan cuenta. No desean un
cambio; quieren sectas.
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