¿Por qué?
Porque la esperanza te ayuda a no
perder de vista tus metas y a no desalentarte, cuando crees
no encontrar el camino a seguir. La esperanza anima a no
darte por vencido y a mantenerte firme cuando las
circunstancias pretenden derrumbarte. Es como un rayo de luz
que está presente, aunque los días parezcan oscuros.
Pero ¿te parece que tener
esperanza pueda significar no reconocer la realidad?
Muchas veces, para no dejarme
engañar de lo que veo en el mundo, me imagino la vida como
una obra de teatro. Allí todos los actores son ficticios y
la realidad no es lo que se ve.
Espiritualmente, la esperanza se
relaciona con la fe, que es tener confianza y certeza en
aquello que no se ve. Más allá de la fe está el
entendimiento espiritual sobre la vida, lo que habilita a
uno buscar en cada situación el aspecto positivo y el
aprendizaje que deja.
Basar el pensamiento en lo Divino
puede hacer a la gente más propensa a estar esperanzada ante
determinadas circunstancias de la vida y a favorecer su
bienestar. Cada vez hay más científicos que consideran que
la esperanza y el optimismo ejercen una gran influencia en
la salud. Por ejemplo, una actitud positiva y esperanzada al
afrontar algunas enfermedades ayuda a enfrentarlas, a
aferrarse a vivir, y en muchos casos prolonga la calidad de
vida de los pacientes y contribuye a ralentizar el avance de
la enfermedad.
Actualmente, las personas viven
mucho más años que hace unas décadas, indica un estudio
reciente. “Hoy día las personas son menos propensas que sus
padres a morir de ciertas afecciones, pero hay más personas
de edades más avanzadas por todo el mundo”, apuntó el Dr.
Christopher Murray, director del Instituto de Mediciones y
Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington. Es
una tendencia alentadora, que la gente viva más tiempo. Las
más esperanzadas, por lo general, son las que más alegría
expresan.
La esperanza contribuye
fuertemente a encontrar el significado y el propósito de la
vida.
En el libro Escritos Misceláneos,
su autora Mary Baker Eddy expresa: “El Amor divino es
nuestra esperanza, fortaleza y escudo. No tenemos nada que
temer cuando el Amor está al timón del pensamiento, sino
todo para gozarlo, en la tierra y en el cielo.”
Tener esta esperanza es colocar la
confianza en lo sublime y dejar que guíe los pensamientos
para tomar decisiones.
Aunque hayas vivido problemas o
los estés enfrentando, puedes empezar a fortalecer ahora
mismo tu esperanza, reconociendo que el Amor está al timón
de tu pensamiento.
María Damiani escribe
acerca de la salud y el bienestar desde una perspectiva
espiritual y es Comité de Publicación de la Ciencia
Cristiana en España. Email: spain@compub.org Twitter: @compubespana
Blog: http://saludyalegria.org
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