Las redes sociales se han convertido en una poderosa
herramienta para los grupos extremistas, no sólo como
amplificadores de sus campañas de propaganda, sino también
como medios desde los que realizan labores de reclutamiento,
incitación y radicalización de nuevos terroristas. La
promesa de que la participación en la yihad electrónica es
tan válida como la lucha sobre el campo de batalla, ha
convertido las plataformas en un terreno abonado al que es
muy difícil poner coto.
Esa es la conclusión a la que han llegado los expertos del
Ministerio de Defensa, quienes se han unido a las
advertencias de los servicios de inteligencia del Estado,
tras conocer el informe, fechado la semana pasada, del
Instituto Español de Estudios Estratégico (IEEE), la escuela
de analistas de Defensa.
De este informe se desprende que se está produciendo en
España un proceso de “radicalización exprés” de futuros
yihadistas, quienes, en cuestión de semanas y a través de
Internet y redes sociales, se convierten en potenciales
terroristas dispuestos a atentar en territorio nacional o
desplazarse a Siria o Irak para integrarse en el Estado
Islámico (EI).
El gusto de los yihadistas por la utilización de medios
digitales viene ya de lejos. Hace más de veinte años, Al-Qaeda
lanzaba a la red su primera página web, Azzam.com y, desde
entonces, los distintos grupos han continuado utilizando los
medios digitales a su alcance para difundir su batalla en
tiempo real.
La publicación y propagación de mensajes y vídeos que
incitan a la violencia o que exponen las consecuencias de
sus actos terroristas, ha sido objeto en los últimos años de
duros debates entre gobiernos y las plataformas de redes
sociales sobre las medidas a adoptar. Como parte de la lucha
conjunta, miles de cuentas han sido rastreadas y
clausuradas, a la par que se abrían otras nuevas, en lo que
se asemeja a una especie de espiral a la que es difícil
poner fin.
Cuatro son las fases en el avance de los yihadistas dentro
del mundo digital, tal y como se refleja en el informe
realizado, produciéndose la cuarta y más importante
alrededor de 2007, cuando se inicia el “boom” de las redes
sociales y con ella una cuarta fase en la evolución.
Facebook, Twitter y Youtube, junto con los blogs, se
convierten en los canales más importantes de difusión para
los grupos terroristas.
“Cualquier musulmán que intente hacer la yihad contra el
enemigo por una vía electrónica, es considerado en un
sentido o en otro un muyahidín”. 8 La promesa de este divino
status, distribuida en enero del 2012 en los foros Al-Fida y
Shumukh al-Islam, tuvo una amplia repercusión. La llamada a
la movilización realizada en plataformas sociales calaba
profunda y rápidamente entre las nuevas generaciones
habituadas a su manejo.
De hecho, durate 2013 y 2014 la inmensa mayoría de los
arrestados fueron meros adoctrinadores y reclutadores de
jóvenes para convertirlos en muyahidines. Eran grupos
asentados fundamentalmente en Ceuta y, sobre todo, Melilla.
El informe considera especialmente preocupante las
revelaciones que llevó emparejada la operación del pasado 8
de abril cuando los Mossos d’Esquadra detuvieron en
diferentes puntos de Cataluña a once activistas relacionados
con el Ejército Islámico. “Cinco de ellos eran españoles
conversos, sin antecedentes árabes o musulmanes de ningún
tipo”.
Aunque los analistas de Defensa apuntan a que la célula
básicamente se “dedicaba a la captación de combatientes para
el grupo y a la radicalización de jóvenes mediante charlas”,
también había planeado “una inminente actuación terrorista,
consistente en secuestrar y decapitar a un individuo al
azar, vistiendo a la víctima de naranja, con el objetivo de
difundir su ejecución en la red”. Una operación -avisa el
IEEE- de extrema gravedad, ideada por unos neófitos y de
clara inspiración venida de Internet. “Se trataba de imitar
un procedimiento que ya nos es tristemente conocido, pues el
grupo terrorista se ha encargado de que todos en Occidente
hayamos visto, al menos, una decena de estas situaciones”,
apunta el informe.
Los expertos del Ministerio de Defensa tienen claro que
también en España ha cuajado la doble técnica del Estado
Islámico para reclutar acólitos de esta “yihad 2.0”, una
mezcla de una realidad “utópica” de la vida en el califato
de Abu Bakr al-Baghdadi y otra de “violencia atroz” que
transmiten sus canales de comunicación.
La última operación llevada a cabo en Ceuta tuvo lugar el
pasado martes día 10 de marzo. En el marco de la ‘Operación
Chacal’ la Policía Nacional arrestó a dos integrantes de una
célula lista para atentar y cuyos perfiles son
‘coincidentes’ con los de los terroristas que perpetraron
los atentados de París, según Interior. Esta operación fue
la culminación de una primera fase realizada el 24 de enero,
también en Ceuta, y en la que se detuvo a otras cuatro
personas (dos parejas de hermanos).
En este sentido, desde 2005, cuando se llevó a cabo la
primera actuación antiyihadista en Ceuta numerosas han sido
las operaciones llevadas a cabo, no sólo en Ceuta sino en
todo el territorio español, lo que ha provocado que en la
actualidad haya 370 investigaciones policiales abiertas
contra el terrorismo yihadista, sobre todoe n Cataluña,
Madrid, Andalucía, Ceuta y Melilla, todo un récord que
demuestra que el riesgo es real.
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“Tenemos que ser capaces de derrotar al terrorismo yihadista
o el terrorismo yihadista va a acabar con Europa”
“Tenemos que limpiar Internet del
veneno terrorista que circula por la red”. El director
general de la Policía española, Ignacio Cosidó, se ha
mostrado tajante en la V Convención Europea de Jefes de
Policía desarrollada en Europol. “Nos enfrentamos a una
nueva forma de terrorismo que es impredecible,
indiscriminado, no estructurado, global, fanático y, muy a
menudo, suicida”, dijo. “Tenemos que ser capaces de derrotar
al terrorismo yihadista o el terrorismo yihadista va a
acabar con Europa como espacio de libertad, Estado de
derecho y el progreso”, insistió. En su ponencia, señaló los
cuatro riesgos específicos de acciones terroristas a los que
se enfrenta Occidente: la intención de cometer atentados en
Europa, el posible regreso de combatientes, la presencia de
combatientes “frustrados” que no pudieron viajar a zonas de
conflicto y los autoradicalizados que se sienten obligados a
atentar por su cuenta.
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