Vivir a la sombra del olvido. Así
se ven obligadas a vivir miles de personas que se
encuentran, un día y casi de repente, con el Alzheimer en
sus vidas. Y no son los enfermos. Son quienes ven como a
diario sus seres queridos se convierten en un vestigio de lo
que fueron, en un testigo mudo de una historia que se diluye
por un río sin control. Y a quienes miran este desgaste a
veces despiadado y veloz, y otras lento pero inexorable, no
les queda más que la impotencia. Los cuidadores viven a la
sombra de un olvido cruel, que les arrebata a sus seres
queridos en vida y tienen que vivir con un dolor profundo
que, desgraciadamente, pasa desapercibido. Por ello, también
es importante que se centren esfuerzos en atender a estas
personas, que ya se cuentan por miles, y hacerles más
llevadero ese trance.
Afortunadamente los enfermos
de Alzheimer están cada vez mejor cuidados y cuentan con
tratamientos cada día más eficaces. Aunque la cura es un
objetivo irrenunciable, su día a día va teniendo más
calidad. Sin embargo, la atención a sus cuidadores aún no es
todo lo eficaz que debería ser. Y no sólo atención
informativa o permitir que tengan un rato de ‘descanso’ al
dejar a sus familiares en centros de día, también se
necesita tratamiento para curar esas heridas del alma para
las que nadie está preparado. No es fácil vivir a la sombra
del olvido y ver cómo quien tanto amor te ha dado se va aún
estando a tu lado. Es importante compartir experiencias y
que se pueda contar con una ayuda para esos cuidadores que
la necesitan y que, incluso, pueden desconocer que la
requieren. Para ellos, para que los cuidadores puedan cuidar
aún mejor, también hay que destinar esfuerzos. Y por
supuesto, nunca dejar de avanzar en el cuidado de los
enfermos de Alzheimer, porque a ellos le debemos parte de
una historia que ya han olvidado.
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