Que Ceuta es una de las ciudades
con mayor parte de su población en riesgo de exclusión
social no es nada nuevo ni pilla por sorpresa a nadie. Los
últimos datos cifran en un 44,3% el porcentaje de familias
ceutíes que están al borde de la pobreza, un número que
multiplica por dos la media nacional. Por ello, no se
entiende que ante esta situación todavía haya ayudas que no
lleguen por problemas ‘burocráticos’. Partidas estancadas
mientras hay familias que no tienen para comprar comida, ni
para pagar sus recibos de luz y agua, es simplemente
inconcebible. Está bien que el Gobierno haga gala de su
esfuerzos por incrementar las partidas para ayudas sociales,
pero estas se tienen que plasmar en las cuentas de las
familias que no tienen con qué subsistir. Y de esas hay
demasiadas en Ceuta.
No hace mucho saltaban a la
luz pública los problemas que también están encontrando las
familias que reciben la ayuda para hacer la compra que se
otorga a través de Cruz Roja. Colas interminables y a veces
innacesibles para una ayuda que ya está otorgada y a la que
tienen derecho las familias. Y es importante recordar que es
un derecho adquirido que nadie quisiera tener, porque se da
en las condiciones indeseables de que una familia no tiene
ingresos. Es la situación a la que nadie debería verse
abocado y por ello es una prioridad atender a estas
familias. Una prioridad impostegarble y ante la que no hay
excusa de ningún tipo, y menos para achacar los problemas a
los enredos administrativos. Y es que, las familias que
esperan una ayuda no entienden de tiempos, ni de plazos
administrativos. Entienden de hambre, de angustia por no
pagar los recibos, de desolación por no tener más que
ofrecer a sus hijos. Ante esto, sólo cabe trabajar a toda
máquina y responder. Responder ante las situaciones de más
urgencia social.
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