No debe ser agradable estar en el
pellejo del consejero de Fomento, Nestor García, ni de la
gerente de Emvicesa, Kissy Chandiramani. Ni en el de ningún
miembro del Gobierno de Vivas. Pero sobre todo en el de
ellos dos, que se han encontrado, sin comerlo ni beberlo,
con el ‘caso Loma Colmenar’, un asunto espinoso y por el que
hagan lo que hagan, decidan lo que decidan, van a ser
criticados. El caso recuerda al cuento de El Conde Lucanor:
“Dos en un burro”. La fábula cuenta que iban un abuelo y su
nieto tirando de la cuerda del burro y al verlos uno dice:
“Los dos andando y el burro sin carga”. A lo que el abuelo
señala: “Para que no nos critiquen, niño, súbete tú al
burro”. Al verlos, otro lugareño opina: “Mira el pobre
abuelo andando y el niño, sobre el burro”. Ante esta
crítica, se baja el niño y se sube el viejo. Cuando alguien
los ve, dice: “El abuelo en el burro y el pobre niño,
andando”. Así que el abuelo decide que se suban los dos al
burro, a lo que otro hombre opina: “Pobre burro”.
Sin embargo, este hecho no es
excusa para que ambos se metan en el papel de Pinocho, la
pequeña marioneta de madera que cada vez que intentaba decir
una mentira, pequeña o grande, su nariz crecía y crecía, y
Gepetto, su creador, siempre le descubría. En este sentido,
deberían recordar que sus aventuras resultaban bastante
tristes y desoladoras. Un perdedor de madera al que se le
queman los pies al tratar de entrar en calor, es ahorcado
por unos bandidos y está a punto de que lo frían en una
sartén como una sardina. Un personaje al que engañan y
engaña, que termina convertido en burro, actuando en una
función de gala como maestro de la danza.
Mejor quedarse con la
moraleja de la fábula de El Conde Lucanor: “Por críticas de
gentes, mientras no hagáis mal, no os dejéis llevar”.
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