Los ceutíes siempre se han
caracterizado por otorgar una gran importancia a mantener
vivas sus tradiciones. Los cristianos viven con gran fervor
la Semana Santa, la festividad de San Antonio, la Virgen de
África o la Navidad. Los musulmanes celebran fieles las
festividades del Ramadán (Eid al-Fitr) o la fiesta del
borrego (Eid al-Adha). Mientras que las comunidades hebrea e
hindú viven con intensidad las festividades de Yom Kipur,
Hanuka o Diwali. Incluso otras tradiciones como Día de la
Mochila o fiestas como los Carnavales son seguidas por
muchísimos ceutíes. No obstante, el Día de Ceuta, el día que
debe servir para estar todos juntos, para compartir, para
‘mirarse’, ha vuelto a pasar, y por enésimo año consecutivo,
sin pena ni gloria por la ciudad.
Se han cumplido ya cinco años de
la ‘decapitación’ de una de las características más
importante para que el Día de la Autonomía, el Día de Ceuta
y por consiguiente el día de todos los ceutíes tuviese mayor
calado, y es que debe ser festivo. Sin embargo, esta
circunstancia, siendo muy importante, tampoco debe ser
esencial. Hemos absorbido ritos extranjeros y en la
actualidad la celebración de Halloween, que no tiene ninguna
relación con nuestra idiosincrasia, tiene más repercusión
entre nuestros jovenes que el Día de Ceuta. Y ese día no es
festivo.
Lo esencial es encontrar una
identidad que refuerce a toda la ciudad, comenzando por
potenciar el Día de Ceuta como un espacio común que resulte
entretenido, con participación y opinión de todos, siendo
creativos y generando espacios propios y originales, ya sea
en torno a los juegos, a las comidas, a la música, al
deporte. Temas no faltan, tan solo habría que encontrar un
sello particular y personal que otorgarle a su realización.
Si tenemos éxito en esta tarea, puede constituirse en una
buena fuente de seguridad de futuro y alegría para todos.
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